ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO CERO (ENERO 2014) | Page 34
OPINIÓN COMER ES DE COBARDES
Metafísica
MIQUEL BONET
P
ermitan que para empezar, les palizee un poco. Lo que sigue es teoría: tomen apuntes que va a salir en el examen. En serio, ¿por qué
comemos? Y no me salgan con esas sandeces de la alimentación y el
aporte de nutrientes al organismo: si han llegado hasta ésta nuestra
revista comprenderán con precisión que se entiende aquí por comer.
Nada de supercherías ni mierdas prosaicas.
Les voy a hacer partícipes de mis sesudas reflexiones y conjeturas. Antes estaba
convencido que comíamos para divertirnos. Que todo es aburrido hasta que no
te llevas algo caliente (si lo desean, fiambres fríos, que soy muy liberal) a la boca.
De verdad, me gustaban los espectáculos en la mesa. Las cosas flambeadas. La
carne rellenada con pescado y el pescado rellenado con carne. Los trampantojos.
Las campanas de humo. Philippe Regol. Y el nitrógeno, leñe, mucho nitrógeno.
Ya me entienden, vaya, que cuando el río suena razzle dazzle them. Pero me desengañé una noche en Tickets cuando me di cuenta que el templo de la gastronomía tronchante languidecía en un Port Aventura decrépito, valga la redundancia.
Miren, un circo de tres pistas no puede perder ni un apicius de sorpresa y colorido y sobre todo no puede oler a plastas de tigre porqué al final se parece más a
la caravana de Carnivale que a un restaurante. Aún así, ese show de trapecistas y
airbags de queso vendría a ser la nobleza del arte culinario dicharachero. En las
catacumbas existen engendros boyantes como el mejor frankfurt de Barcelona o la
sangría Premium. Es un mundo de sana carcajada del que no hablaré por la misma higiene que no les hablo de Quién quiere casarse con mi hijo.
En fin, cosas mías, no me hagan caso. Lo que me interesa que retengan es que un
día te diviertes comiendo por ahí y al siguiente ya no tanto. Pero sigues queriendo comer. ¿Por qué? En ciertas ocasiones he pensado que detrás de mis obsesiones había una dignísima sed de saber y conocimiento. No hay nada mejor que
conocer gentes y culturas a través de la comida. No sé, los últimos años he comprendido gente viéndoles comer sus cosas: esos foies de oca en Alsacia, esas paradas de goudas ultraenvejecidos en el Brabante, esos vinos tinerfeños que saben
a volcán. Hasta vi una vez un episodio de Karakia sin dormirme. El problema es
que al final resulta que me gusta más comerme dichos productos que ver a los
oriundos hacer lo propio. Es más, lo mejor es llevarse todo eso para casa y dejar
a sus personitas en sus sitios.