ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 7 | Page 21

21 MANOLO MANOSALBAS prano, aparece el interés por el vino de Jerez ” hasta ahora siempre ha sido muy positiva. Todo esto desde el máximo respeto por mi parte hacia los profesionales. Ellos son los que gestionan sus negocios; yo me limito a estar disponible, a ayudar en lo que necesiten, pero los sumilleres y los cocineros son ellos. ¿Cuáles son los miedos de los restaurantes en zonas como pueden ser Galicia, País Vasco o Castilla y León, con una menor tradición de consumo de vinos de Jerez a la hora de diseñar una carta? ¿Cómo crees que pueden afrontarlo? Esa tradición de consumo existía en anteriores generaciones. El miedo general es que el público no los va a pedir. En ese sentido tienen razón, pero hace unos años el público no pedía platos con pescado crudo y ahora es raro el restaurante que no los ofrece. Mi objetivo es que un cocinero o un sumiller pruebe los platos que salen de su cocina con una copa de jerez y descubra que, si bien un tinto o un blanco pueden ir bien, si sus clientes lo hacen con una copa de sherry la experiencia gastronómica se multiplica y la satisfacción es mayor. No se trata de hacer una cocina especial para lo jereces, se trata de que descubran que estos vinos son versátiles y encajan con la cocina que ellos hacen, sea tradicional o de vanguardia. Un ejemplo, la fabada asturiana. Con un tinto puede ir muy bien, pero te aseguro que cuando alguien prueba un plato de fabada con una copa de amontillado siempre se acordará de repetir la experiencia si tiene ocasión. El juego del amontillado con los ahumados del compango y con la grasa del guiso es único. Los vinos de jerez no se limitan a enjuagar el paladar y a acompañar a un plato. Estos vinos dialogan con los ingredientes de la receta, se convierten en un ingrediente más del plato, son capaces de despertar matices que de otra forma pasarían desapercibidos por el comensal. Por eso me interesa mucho que los cocineros prueben sus recetas con una copa de jerez, entonces se-