ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 7 | Page 18
Intento que sea una experiencia divertida,
muy participativa, que todo se experimente
en primera persona y que al salir de la sala
cada uno tenga los recursos necesarios para disfrutar de una copa de manzanilla o de
amontillado y que al beberlas sea una experiencia única. Los participantes creo salen
encantados.
El Consejo Regulador ha incorporado esta
cata en los talleres de maridaje de sus cursos de sumilleres especializados en Jerez y
en los dos Sherry Festival celebrados en Madrid y Barcelona han sido un éxito de convocatoria.
Hablamos de unos vinos que son, seguramente, uno de los grandes patrimonios
culturales de Andalucía y de España y
que van mucho más allá de lo que llega a
la copa: hablamos de la cultura de un territorio, de un modo de trabajar, de una
tradición de siglos que, sin embargo, ha
sido capaz de evolucionar con el paso del
tiempo. ¿Crees que el consumidor medio
valora este aspecto cultural?
Es verdad lo que dices. En una copa de
cualquier jerez hay algo más que vino, hay
historia, hay cultura, hay tradición y la oportunidad de beber algo único. A principios
del siglo XX, en las cartas de los mejores
restaurantes de París o en los grandes eventos de la sociedad europea, los vinos de Jerez
aparecían y eran valorados junto a los grandes de Burdeos o Champagne. Hoy no es así,
en especial en España, pero la principal culpa no recae en el consumidor. En la segunda
mitad del siglo pasado se hicieron muchas
cosas mal en el sector productivo del Marco
jerezano y eso se ha pagado. En los últimos
años se está trabajando para eliminar las
consecuencias de aquellos malos rumbos y
todo apunta a una recuperación.
Al mismo tiempo, hablamos de una zona de producción en la que hay bodegas enormes junto a otras de una escala
mucho menor ¿Cómo afrontas el reto de
dar voz a esos dos mundos, de conseguir
que el patrimonio que suponen las pequeñas bodegas no quede a la sombra de
los grandes nombres y, al mismo tiempo,
darle también a estos la presencia que
merecen?
Es el mayor reto. Pero hay que tener en
cuenta que en este territorio el concepto
de bodega grande o bodega pequeña no es
igual que en el resto de zonas vitivinícolas. Una bodega grande en Jerez no tiene
que ser sinónimo de producción industrial,
de volumen por el volumen. Puede tener
también mucho de artesanal. El sistema de
crianza mediante soleras y criaderas hace
que cada bota sea un universo en sí misma.
Si la bodega es grande y en ella se hacen las
cosas bien, lo que tenemos es un abanico
inmenso de vinos con matices diferentes.
Eso es también un patrimonio muy grande
que en manos de un buen enólogo garantiza el mejor resultado. Una bodega pequeña
puede tener más limitaciones para ofrecer
esa diversidad, el enólogo puede tener menos de dónde elegir.
Para que lo entiendas, tienes las mismas
posibilidades de encontrar