ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 5 | Page 166

L por RUBÉN GALDÓN a historia de la gastronomía está llena de visionarios. De individuos anónimos que sacan de la necesidad de alimentarse nuevas formas de cocinar y trascendentes tradiciones culinarias. Este es uno de esos relatos que surgen del hambre. Ubicamos a nuestros protagonistas en el norte de España de principios del siglo XIX. Son los trabajadores del llamado tren hullero, que desde hace unas décadas abastece de carbón a un País Vasco en plena explosión de la revolución industrial y que tiene que recurrir a las minas del norte de León y Palencia para alimentar sus altos hornos. Serpentean por unos 340 kilómetros de raíles que atraviesan León, Burgos, Cantabria, Palencia y Vizcaya. Los viajes en aquellos años son casi eternos, con jornadas laborales de hasta 16 horas y en unas condiciones climáticas poco gratas en invierno. Demasiados elementos desapacibles, por lo que el factor hambre no tarda en aparecer y comienzan la búsqueda de soluciones para poder comer caliente durante los largos trayectos. En un momento al que es difícil poner fecha, pero que algunos sitúan en 1915, a estos ferroviarios se les ocurrió que por qué diantres no utilizaban el vapor de la locomotora para calentar los alimentos que de otra manera no tenían más remedio que comer fríos, y así dieron una nueva dimensión a sus almuerzos, colocando sus fiambreras junto a