ENSAYO reflejado el segundo nivel de turbación del que hablábamos, el nivel mental. Aquí comienzan los miedos irracionales a la oscuridad, a los monstruos, a no querer quedarse solos porque alguien se los va a comer, a no querer dormir solos porque les van a jalar los pies o incluso a perder de vista a su madre en el supermercado. Recuerdo que cuando tenía cinco años, mi peor miedo era que se me apareciera algo, que ni siquiera puedo describir, y que me fuera a atacar por la espalda sin que yo pudiera verlo para defenderme, y la manera más inteligente que se me ocurría para contrarrestarlo era caminar con la espalda pegada a la pared hasta llegar a un lugar seguro. A medida que vas creciendo tus prioridades cambian, así como tus pensamientos y experiencias. Tus miedos sobrepasan en cierto sentido la barrera de la imaginación fantástica y comienzas a tener preocupaciones terrenales. ¿ Qué tal que me roba un ladrón de niños? O ¿ Qué tal que mis papás me regañan porque me fue mal en un examen? Hay una consciencia mayor de uno mismo y el papel que desempeña nuestra propia figura dentro de la sociedad. Pero también se puede pensar en la imaginación de seres fantásticos como fantasmas y brujas, que amenazan con hacernos algo. ¿ Quién no ha sentido esa persecución a nuestras espaldas cuando tienes que bajar a la cocina en la noche por un vaso de agua y todo está oscuro, por lo que tienes que correr lo más rápido posible para llegar arriba de nuevo ileso? Cuando llegamos a la pubertad, los miedos irracionales pierden cada vez más peso y empezamos a centrarnos en nosotros mismos. Podemos identificarnos en esta edad con el miedo al ridículo y al rechazo. Nos preocupamos por lo que piensan los demás de nosotros y queremos dejar la mejor impresión. Esto puede hacer que nos comportemos de manera muy distinta a como lo haríamos en un ambiente sin presión. Buscamos encajar y ser aceptados sin cometer errores tontos. Desde una corrección de un maestro frente a todos tus compañeros, hasta una caída en público