tanto, pasaríamos la mañana entera y cómo no me iban a disparar, si traía
parte de la tarde en casa de un amigo un suéter naranja chillón? ¿Así, quién
suyo, al otro lado del Río Grande de no me vería?
Matagalpa. —¡Vos, chigüina, te van a pegar! —me
Yo lloraba, no quería irme de mi hogar regañó uno de los vecinos. Yo no dije
ni de mi ciudad, menos si tenía que nada, solo comencé a caminar más
dejar a cuatro seres queridos atrás. rápido.
—Pues si nos vamos a morir todos Una vez que logramos llegar al límite
¡Qué nos muramos en el mismo lugar! de la ciudad, los guerrilleros nos
—decía yo. De cualquier forma, nadie prohi- bieron escapar, pues ya mucha
me escuchó. gente lo había hecho y si el ejército
Así que, ni cortos ni perezoso, se daba cuenta que ya no quedaban
salimos a las nueve de la mañana civiles, destruirían Matagalpa por
de la casa rumbo al otro lado del completo.
río. Todo el trayecto tuvimos que Nos regresamos a casa otra vez.
caminar agachados para que no nos Cuando estuvimos en la esquina,
balacearan. Minerva, nuestra perra bóxer, pegó
Después de ocho horas encerrados la carrera para donde estábamos
en la casa del amigo de mi padre, nosotros, feliz de vernos otra vez.
escuchando bombas, balazos y el No intentamos huir de Matagalpa
avanzar lento del avión Dundo nuevamente.
Eulalio mientras ametrallaba, nos
dispusimos a irnos a San Isidro. ***
Caminamos agachados otra vez; El 17 de julio de 1979 se anunció el
tal vez en las noches ya no había Día de la Alegría Nacional, pues la
aviones, tanquetas o francotiradores mayoría de las ciudades de Nicaragua
que amenazaran nuestras vidas, pero fueron tomadas por la guerrilla de
sí se podía escuchar una vez por allá Sandino, acabando con el ejército
un balazo. En una de esas ¡Escuché enemigo. Pero no fue sino hasta dos
una bala chiflarme justo encima! ¿Y días después que todo el país celebró
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