persona que creías era el amor de tu vida pero descubriste que te
engañaba, alivia el dolor de una rodilla raspada después de una
caída en bicicleta; cura la tristeza que sientes cuando muere tu pri-
mera mascota; la soledad que te invade en tu primer día de escuela,
aquel en que no conoces a nadie y, como si fuera jarabe para la tos,
lo cura todo sin dejar rastro.
La danza es el más amplio de los lenguajes. A través de ella pue-
den decirse infinidad de cosas, y todas sin mencionar una sola pa-
carcajadas, deja llevar tu corazón y permítele sentir. Libera tu cuer-
po para que grite fuerte y sin vergüenza todo lo que tiene adentro.
Dale cause a todas tus ideas y preocupaciones para que se convier-
tan, como por arte de magia, en pasos de baile.
Baila para ti o baila para los demás. Baila en frente de tu espejo
como si fueras una estrella, o baila en un escenario para ser visto y
por los aplausos de tu familia. Pero baila. Confía en la danza como
confías en tu mejor amiga y déjate llevar por la música en cada co-
reografía, así como lo haces por la marea del mar.
Suelta lo malo de la forma en que soltaste la mano de tu expareja,
no te aferres y amárrate con cadenas inoxidables a lo que hace que
tu alma se sienta bien. Que nada te detenga y que los obstáculos
sean trampolines impulsadores para llegar más alto hasta que pue-
das alcanzar el cielo, el sol, la luna y las estrellas.
Que valgan la pena los moretones, el desgaste físico, las ampollas
sangrientas en los pies; todas las fiestas a las que no pudiste ir por
tener clase temprano al día siguiente; el tiempo gastado en ensa-
yos, el empeño puesto en cada giro y deja que cada paso sea disfru-
tado como se disfrutan los besos de la persona indicada.
¿Qué se necesita para ser bailarín? Querer serlo.
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labra. Aprende a expresarte y así como te dejas llevar cuando ríes a