quien tiene buenas intenciones, pero a la vez puede transformarse en un peli-
Es una pregunta que muchas personas han escuchado antes de ser amigos,
antes de ser novios, pero también antes de ser acosados, asaltados o violados.
Debería reconsiderarse su valor, tal vez también necesitaríamos otorgarle un
poco más de importancia; no es una cuestión que debería ser atendida con
tanta tranquilidad, tanta ligereza. Es una herramienta para los acosadores que
persiguen mujeres por las calles, es un arma para los ladrones de identidad, es
un camino por el cual pasan muchas víctimas envueltas en problemas graves.
Caminando por las calles de México se puede oír esta pregunta con frecuen-
cia, podría no tener peso, pero
adquiere tintes peligrosos cuan-
do es susurrada hacia una chica
solitaria, menor de edad y blan-
co de atención de un hombre
con malos pensamientos. No
solo las armas o las miradas las-
civas son amenazas, también lo
son factores comunes, como las
preguntas, las palabras.
No es imposible asaltar o aco-
sar a alguien por medio del ha-
bla. ¿No es acaso la forma más
rápida de llegar a alguien y captar su atención? Todos los individuos tienen la
capacidad de comunicarse, expresar ideas o sentimientos, pero estos objetivos
no son siempre los más nobles. Lo primero que se emplea para victimizar a una
persona es la palabra; arrebata derechos, pertenencias, tranquilidad, inclusive
vida. Por más increíble que parezca, lo primero de lo cual debe protegerse el
individuo es de su propia capacidad de comunicarse, cómo ésta es empleada y
compartida con y por otros. En mi caso, cuando aquel sujeto me preguntó por
mi nombre, vi mi existencia entera pasar ante mis ojos.
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gro por parte de quien desee usarla como arma.