De lo fluvial
Poesía
Arturo Hernández Villalba
DÍA DE LLUVIA
Hoy es un buen día para seguir a Alfonsina,
para hacerse al mar y serse el mar
hasta la más mínima ola,
para que la playa sepa eternamente nuestro nombre
y solamente la playa,
para que los caracoles y las conchas,
las algas, los peces, las gaviotas
reciten los versos que emanen
de nuestro cuerpo azul.
Hoy es un buen día
para que la muerte venga con tus ojos,
con tus manos,
con la forma tuya del amor;
forma de besos desastrosos,
de pechos livianos,
de durazno cabello,
la muerte vendrá cómo tú
y me dejará en silencio.
Hoy es un buen día para seguir a Alejandra,
para salir aunque las paredes de esta habitación
me sigan,
para llevar Jonas Joplin
pegada a las orejas,
para guardarse los barbitúricos
en el fondo del cajón de las tripas,
para serse en la lluvia
y contarle las gotas al cansancio;
50 pastillas de nubes diluidas.
Hoy es un buen día
para dejarse llevar
por los riachuelos
que se forman
a las orillas de la calle.
Y no importa si se es
un barquillo de papel
o basura, da igual.
AYER QUE LLOVÍA
cerré todas las ventanas
y alejé de las paredes
aquello que pudiera mojarse.
Ayer no lavé ropa ni cociné,
no encendí el televisor
y me dejé hartar
por el ruido de las gotas.
La noche anterior a ayer salí
y al cruzar una calle
mojé mis pies
con el agua que corría
en el deseo de un arroyo antiguo.
Me he enfermado
por eso hoy no he salido
y mi venganza contra la lluvia
ha sido quitarle todo lo que pueda,
todo lo que deba mojar,
humedecer.
Ayer llovía y cegado
ni siquiera salí a ver las nubes
ni deje que la brisa de sus gotas estrelladas
calmara la ira de mi rostro.
Hoy he vuelto a poner todo en su lugar,
he lavado, he cocinado,
el televisor está encendido
aunque no lo vea.
Hoy que las gotas ya no repiquetean
como notas de piano
en mi ventana
cómo las extraño.
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