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POEMAS
Petronilo Amaya
Petronilo Amaya (Coneto, Dgo., 1960), docente, editor, promotor cultural, conferencista y poeta. En1991 fue Mención de Honor en el Premio Nacional de Poesía Olga Arias, con “Apuntes en siete notas”. Ha dirigido las revistas literarias Contraseña (1991-2001, etapa en la cual obtuvo tres premios nacionales y uno estatal como editor) y CantaLetras (2013 a la fecha). Es autor de trece libros, el primero “Destellos poéticos” en 1984 y el más reciente “Di-versiones” en 2015 (seleccionados mediante convocatoria pública, por el IMAC, Dgo.). Ha sido incluido en quince antologías regionales y nacionales. En 1996 fue nombrado director del Centro Literario Olga Arias (1996-2001) y fue becario del FONCA en el género de Ensayo. En 2010 Recibe reconocimiento a la Trayectoria Literaria, por parte de la Red de Escritores de Durango, A.C.
Colaboración
Poesía
POR SI SE TE OFRECE
Aunque todo anda triste desde que no estás,
aunque hastío y soledad invaden como cáncer,
aunque nada baila como entonces, al alcance están
llave, celular y zapatos, el aroma aquel
que te encantaba, nuestras baladas sobre aviso,
el apetito intacto y el motel pre pagado (claro),
nada más, por si regresas.
-contarme –como ofreciste- recientes desencantos,
desnudar la noche suavemente y tomarme
unas horas por asalto (como en los viejos tiempos).
bárbaros instintos, lumbre que dejaste encendida,
por si se te ofrece violar el juramento
y desencadenar la pasión, fiera al fin,
que se sacie conmigo, se empape de pecado,
que me queme y desgarre su posesión salvaje.
descargar jadeos para agarrar fuerza contra la rutina,
si se te ofrece que moldee tus senos a manos llenas
y pulse tus cuerdas más sensibles,
si se te ofrece estremecerte ardiente,
muchacha melancólica…vente como si nada.
ANTE LA DESPEDIDA
Mudo queda uno ante la partida
de aquellos que desea permanecieran para siempre.
Hoja de árbol la vida, así cae.
Entre sombras lúgubres
que carcomen pensamientos
y muecas de impotencia, así cae.
Amanece y el día se pone triste
si uno se entera por feis,
radio, tele o en las esquelas de los diarios
que un amigo, colega, compañero o pariente
-de sangre próxima o lejana, no importa,
el dolor pega firme como hacha-
si se entera uno que no verá más esa sonrisa
o aquella mano contra el aire.
En la infancia el repique de campanas adoloridas
era música más triste que tangos o sones cardencheros,
más triste, incluso, que rolas deprimentes
de REM, Elton John o Whitney Houston…
en los días que corren, esas noticias, de plano,
noquean como gancho al hígado: dan ganas de sangrarse,
de golpear las paredes hasta que revienten,
dan ganas de (a)probar la eutanasia
–aunque sea en lo personal- con dispensa
de todo trámite. Pero la vida sigue:
el corazón palpita aunque se esté muriendo.
Nada borrará la cicatriz de cada adiós.
EL OTRO, EL MISMO
Quería, más que nada, ser atendido, por eso corría riesgos, la adrenalina le aconsejaba entregarse en un suspiro, y su justificación era como un espejo: ‘lo prohibido es miel que atrae’. Ya encarrilado el ímpetu es bola de nieve indomable. Sólo a sí mismo se respeta, miente con besos, se da más que al amor, al placer, hedonismo en su esplendor. En cada encuentro carnal busca nuevos bríos, activarse en territorios sin rutina, reinventar sus versos con dulce anestesia; va sobre más y mejor frenesí, ni quiere ni puede vencer tentaciones, el goce momentáneo, lo sabe, es destino, laberinto donde no se encuentra nadie.
INDAGACIÓN
Aprendí imaginando:
que la palabra era antorcha,
que era pan,
caricia,
santuario,
comunión
u orgasmo.
Aprendí que la palabra
-daga al fin-
tiene filo también
y precipicio.