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POEMAS
Petronilo Amaya
I.- TINTA Y SEÑALES
¿Qué me roba el sueño
si en la oscuridad sólo brilla un filo amigo?
El Tiempo templa mis tímpanos
y apenas alcanzo a oír risas de infancia.
Fui el niño más solo
el más abandonado en un rincón,
el con hambre el con miedo
endeble e injuriado,
el que enfrentó desnudo tempestades y cautiverio:
destino errabundo desde el primero día.
¿Cómo afianza raíces quien expira en cada exhalación?
¿Cómo llenar el ánimo si sólo hay espinas y desprecios?
¿Cómo enterrar tanto sufrir y aprender sonrisas?
Es difícil reinventarse cada amanecer
dar, perdonar, enterrar el alma y empezar de nuevo
(la gente, de buena fe, exige sin conocer el fondo…):
sólo tinta y palabra redimen tal tristura.
HERMES
Célebre descendiente de Maya,
alado vagabundo, heraldo, escúchame tribularte:
cierto día, indefinido, dejé el calor paterno
-Nina ya había puesto el ejemplo-
abandoné mi confort –Comonfort, podría decirse-
entrañable y anduve entre muslos ignotos, ilimitados
entre muchachas orgásmicas de ardiente aliento;
por suburbios sin historia y azares inverosímiles,
por páginas rebosantes de frutos prohibidos anduve.
En éstas desgrané, perplejo, el saber más hondo,
en otras, trémulo hedonismo ¿acaso fuego de artificio?
Elíptico, sin epifanías, he sobrevivido,
esperándote, psicopompo, en un viaje agridulce;
sé que mi Ítaca –Coneto- pondrás por donde pase,
mientras, mensajero, déjame ver qué más encuentro.
INDAGACIÓN
Aprendí imaginando:
que la palabra era antorcha,
que era pan,
caricia,
santuario,
comunión
u orgasmo.
Aprendí que la palabra
-daga al fin-
tiene filo también
y precipicio.
EL OTRO, EL MISMO
Quería, más que nada, ser atendido, por eso corría riesgos, la adrenalina le aconsejaba entregarse en un suspiro, y su justificación era como un espejo: ‘lo prohibido es miel que atrae’. Ya encarrilado el ímpetu es bola de nieve indomable. Sólo a sí mismo se respeta, miente con besos, se da más que al amor, al placer, hedonismo en su esplendor. En cada encuentro carnal busca nuevos bríos, activarse en territorios sin rutina, reinventar sus versos con dulce anestesia; va sobre más y mejor frenesí, ni quiere ni puede vencer tentaciones, el goce momentáneo, lo sabe, es destino, laberinto donde no se encuentra nadie.
Petronilo Amaya (Coneto, Dgo., 1960), docente, editor, promotor cultural, conferencista y poeta. En1991 fue Mención de Honor en el Premio Nacional de Poesía Olga Arias, con “Apuntes en siete notas”. Ha dirigido las revistas literarias Contraseña (1991-2001, etapa en la cual obtuvo tres premios nacionales y uno estatal como editor) y CantaLetras (2013 a la fecha). Es autor de trece libros, el primero “Destellos poéticos” en 1984 y el más reciente “Di-versiones” en 2015 (seleccionados mediante convocatoria pública, por el IMAC, Dgo.). Ha sido incluido en quince antologías regionales y nacionales. En 1996 fue nombrado director del Centro Literario Olga Arias (1996-2001) y fue becario del FONCA en el género de Ensayo. En 2010 Recibe reconocimiento a la Trayectoria Literaria, por parte de la Red de Escritores de Durango, A.C.
Colaboración
Poesía