Vida saludable 1 | Page 15

La salvadora

Con el tiempo mi cuadro fue empeorando, sumándose el ser insulinorresistente e hipotiroidea. Muchas veces traté de bajar de peso y poder sentirme finalmente normal. Pero no controlaba a la enfermedad, sino que ella me controlaba a mí. Una psicóloga especialista en adicciones considera que existe un puente entre ser adicto a una sustancia y la obesidad. En esa pasarelaestán el abuso, la dependencia y la abstinencia. Aquel impulso irresistible de comer, de llenar la boca y la mente con calorías;esa dificultad para distinguir y expresar los sentimientos, la impulsividad con la que se actúa sin reflexionar, sin pensar en las consecuencias y la compulsión hacia la droga de elección (sea éxtasis o una hamburguesa) son uno de los tantos convergentes. Yo era una adicta:adicta a esconder mis emociones, adicta a tapar todo con comida.

Y un día me cansé. Me miré al espejo y —a diferencia de las veces anteriores, en las que sólo veía mi cárcel terrenal— pude observar más allá. Llegué a la conclusión de que ese día iba a ser el último en el que sintiera pena de mí. Iba a tomar cartas en el asunto.

Eran las 7:00 de un día de junio, estaba esperando un taxi y la demora superaba los 30 minutos. Con mis rodillas cansadas —como era usual— decidí esperar sentada. A mi derecha, otra mujer hacía lo mismo. Acostumbrada a las miradas "de arriba a abajo" pude ver que no paraba de observarme: desde mis botas talla 39, pasando por mi pantalón talla 56 hasta llegar a mi pelo oscuro y despeinado como siempre. Traté de no encontrarme con sus ojos, pero resultó inútil cuando exclamó: "Yo antes era como tú".

La miré con resentimiento. "También tenía sobrepeso, pero pude cambiar", insistió. Sin entender a qué quería llegar, le ofrecí un tímido "¿Ah, sí?", invitándola a seguir mientras decidía si debía darle lugar o si debía agregarla a la lista de personas que se burlaban de mi peso. Le di una oportunidad y hasta hoy agradezco habérmela cruzado.

Su nombre era Belén,rondaba los 30 años, y había sufrido de sobrepeso hasta hacía un par de años. Me contó que había sido intervenida quirúrgicamente con un baipás gástrico, me narró su cuadro clínico inicial y todo lo que había avanzado… No podía creer que ese encuentro hubiese sido tan oportuno. La profecía de mi salvadora fue el impulso que necesitaba para poder darle fin a mi desdicha.

El procedimiento de un baipás gástrico consiste en disminuir y restringir la absorción de los alimentos y permite una saciedad precoz porque reducen el tamaño del estómago, además disminuye la producción de insulina.

Considero el 17 de septiembre de 2014 como mi segundo nacimiento. Después de varias consultas, llantos, frustraciones e ilusiones, me operé.

Ya no escucho insultos en la calle, nadie denigrándome ni haciéndome sentir que mi existencia es motivo de burla o incomodidad.Con esta operación fui capaz de darme la oportunidad de disfrutar mi vida.

renacida