VIDAMÉDICA / MÉDICOS MAYORES
detectarlas a tiempo?
Existen dos razones básicas: el examen médico común, aún
cuando sea completo, no las detecta, y la otra, que conociendo
tal situación, ni el médico ni el paciente investigan más a fondo
la situación orgánica de esa persona mediante la tecnología pre-
sente. Se cae así en una controversia clásica entre la investiga-
ción médica clínica y la exclusiva o apoyada por la tecnología.
En la experiencia algo reciente, los japoneses, frente a un sua-
ve y atípico dolor abdominal, realizaban de inmediato una
Gastroscopía, examen técnicamente posible pero complejo y
caro, que de inmediato apoyaba o descartaba la posible enfer-
medad gástrica. Fue un paso que sorprendía y afectaba la con-
vicción médica de un diagnóstico con conocimiento riguroso
y acabado del tipo de dolor, de la ausencia de otros síntomas
colaterales y de un examen físico completo del paciente.
La Tecnología permitía, entonces, en este caso y en muchos
otros, reconocer patologías, aun cuando solo fueran apenas
sintomáticas o mejor, aún solo sospechables por el médico en
relación a otros factores de riesgo o epidemiológicos, que en
forma entendible, fueran frecuentes y acompañados por hábi-
tos o conductas reconocidas como acompañantes o desenca-
denantes de esa enfermedad.
Debemos entonces aceptar que la tecnología bien indicada y
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establecida en sus directrices y objetivos, debe acompañar el
examen médico en la mayoría de las enfermedades. Pero su
indicación debe ser éticamente formulada, debido a que por
su costo, significa un desembolso importante para el Estado y
para los propios particulares, y por otro, permite la posibilidad
de sobre demanda y ganancia no justificada para el médico o
el equipo que la realiza.
Llegamos así a la conclusión que la tecnología bien indicada,
ayuda considerablemente a reconocer a tiempo a la enfer-
medad y fundamentalmente, antes de su avance importante
y peligroso. Por ende, el médico debe utilizar exámenes de
laboratorio y tecnologías diagnósticas en forma preventiva,
cuando los factores en juego en la población orientan a deter-
minadas patologías. Así sucede con la elevación del colesterol,
de la glicemia, de hormonas tiroideas, ováricas o prostáticas,
entre las más frecuentes.
Por tanto, una presunta persona es sana cuando los exámenes
anotados son normales. Pasa a ser realmente un paciente sano.
En caso contrario, pasa a ser un enfermo sin molestias, pero
portador de una enfermedad encubierta que debe ser tratada o
prevenida en su desarrollo futuro con medidas dietéticas, o de
otra naturaleza (control de malos hábitos, ejercicio, etc).
Existe un lado positivo de esta conducta de prevención y de-
tección precoz de estas enfermedades: la sobrevida mayor y de
calidad de vida si el resultado ha sido positivo. Pero, por el otro
lado, aunque así fuese, se impone al paciente una carga emocio-
nal importante en cuanto a su futuro, que se ve amenazado por
una enfermedad encubierta y solapada. De allí resulta funda-
mental que en la conversación médico-paciente se respondan
las interrogantes con claridad y precisión por ambos lados.
Como establecen algunos autores, en el concepto de medicina
preventiva, la salud implica ideas de optimización y perfeccio-
namiento de ella, lo cual conlleva dar un conocimiento anti-
cipado de una condición de paciente sano que puede tener a
veces inevitablemente, un resultado negativo.
Referencias:
1.- AURENQUE D. El paciente sano: desafíos éticos de la medicina preventiva. Rev Med Chile 2017; 145:790.94.