66 } VIDAMÉDICA / DR. MORA
Reportajes Médicos Mayores
¿CUÁNDO UNA
PERSONA ES SANA?
Dr. Óscar Román A.
U
stedes me dirán que una persona es sana cuando se
siente bien y no ha tenido ninguna enfermedad man-
tenida en el tiempo (crónica) y apagada como un vol-
cán sin actividad.
Se supone que todos (o casi todos), nacemos sanos, sin enferme-
dades ni discapacidades notorias. Y así nos sentimos desde la
niñez a la adultez joven, período en el que transcurre la mayor
y mejor parte de nuestra vida. Sin embargo, en la vida moder-
na, muchas personas, por necesidades laborales, requieren un
certificado médico para ser aceptados en trabajos con mayores
exigencias físicas, como en la altura andina o en condiciones
de túneles y galerías subterráneas o de sitios refrigerados.
En esos casos, con cierta frecuencia, como médico me ha to-
cado recibir a personas que requieren un examen de salud y
su respetivo certificado para presentar en su empresa o labor
fiscal. Tales personas esperan sentadas y tranquilas en la sala
vecina a la oficina médica. Esperan con paciencia generalmen-
te largo rato. De allí el nombre de “pacientes”, para algunos,
y para otros, porque soportan pacientemente sus molestias y
enfermedades. La secretaria o asistente, al anunciarlas, las de-
nomina “paciente”, tal como si fueran enfermos.
Una vez examinados, y en ausencia de toda alteración o sín-
toma, el médico extiende un Certificado que expresa que tal
persona no presenta enfermedad alguna y puede trabajar en
cualquier tipo de tarea o actividad física. Al salir tal persona,
le explico a la Secretaria que se trata de un “paciente sano”,
aprovechando una denominación suscrita por una colega de
la Universidad de Santiago.
Pero de inmediato surge la duda ¿será realmente sana esa
persona que a la luz del día lo parece? Sabemos que hay en-
fermedades que se desarrollan y avanzan solapadamente por
un cierto tiempo, antes de provocar dolor u otros síntomas.
Algunos cánceres, enfermedades arteriales y metabólicas
avanzan muchas veces sin síntomas o molestias. Pero allí
están escondidas. ¿Por qué no las reconocemos a tiempo, si
existen exámenes de laboratorio y tecnologías que permiten