Vida Médica Volumen 71 N°2 - 2019 | Page 72

72 } VIDAMÉDICA / MÉDICOS MAYORES mi título en Enero de 1953 y recibí el Premio Eduardo Moore “al mejor estudiante de medicina de la promoción 1952”. En 1953 gané una beca primaria en la Cátedra de Medicina del Profesor Dr. Rodolfo Armas Cruz. Tuve el privilegio de trabajar con este gran maestro. Primero como becado hasta 1955 y posteriormente en distintos cargos docentes hasta 1966. Durante mi beca hice una estadística de las causas de hospita- lización más frecuentes en el Servicio de Medicina y constaté con sorpresa, que las enfermedades respiratorias prevalecían sobre todas las demás, y aunque había distinguidos especia- listas en todas la subespecialidades de Medicina Interna, no existía ninguno dedicado a las enfermedades broncopulmo- nares, la patología más prevalente (esto podía explicarse por la preeminencia que tenía la Tisiología como ramo aparte en esa época). Decidí entonces dedicarme a esta especialidad y durante la beca creamos, junto con el Dr. Edgardo Carrasco, el Departamento Broncopulmonar dentro del Servicio de Medicina del Profesor Armas Cruz. En 1955 obtuve dos becas para estudiar en Estados Unidos, la W. K. Kellog del American College of Physicians y una beca de la Fundación Helen Wessel. Entre 1955 y 1957 permanecí como “Research Fellow en el Respiratory Physiology Department de la Universidad de Pensylvania en Filadelfia, con el Profesor Julius Comroe, donde seguí durante un año un curso de post-grado, el “Medical Faculty Training Program” y por un período estuve a cargo de los Servicios de Enfermedades Respiratorias y Laboratorios de Función Pulmonar de Estados Unidos. A mi vuelta a Chile, con la ayuda de una donación de la Fundación Rockefeller, con un grupo de entusiastas colabora- dores, montamos uno de los primeros laboratorios de Función Pulmonar del país, pero pronto nos encontramos que había un desafío más apremiante, la situación de la tuberculosis en Chile. El país tenía la triste fama de mantener una de las más altas tasas de mortalidad por tuberculosis en el mundo. Con el advenimiento de las primeras drogas antituberculosas, la si- tuación mejoró dramáticamente, pero empezaron a aparecer inadvertidamente los primeros casos de resistencia bacteria- na a las drogas empleadas. Era la época de las llamadas Unidades Sanitarias y dentro de nuestra área estaba la Unidad Sanitaria Quinta Normal, que había hecho notables investigaciones epidemiológicas en tuberculosis, pero que estaba en franca declinación. En ella funcionaba un Policlínico de Tuberculosis. Se nos propuso trasladar a los enfermos de ese policlínico a nuestro incipiente Departamento Broncopulmonar y sin mayor reflexión, acepta- mos. De un día para otro pasamos de estudiar la función respi- ratoria de unos pocos enfermos enfisematosos, a enfrentar el desafío de aprender y aplicar a una legión de enfermos desfa- vorecidos los modernos métodos de diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis. Dentro de un Servicio de Medicina que se iba haciendo cada vez más experto en el manejo de los antibióticos, estuvimos en mejores condiciones de aprovechar las primeras asociaciones de medicamentos antituberculosos. Pero no teníamos camas donde hospitalizar a nuestros pobres pacientes. Este hecho in- fortunado resultó ser providencial. Organizamos una central ambulatoria que llamamos de Tratamiento Controlado, donde los enfermos iban a recibir diariamente sus medicamentos bajo estricta supervisión, frente a la mirada de auxiliares de enfer- mería especialmente entrenadas. Pronto pudimos demostrar que nuestros pacientes ambulatorios mejoraban en mayor pro- porción que aquellos que lograban internarse en hospitales o sanatorios, donde no se usaba administrar el tratamiento bajo supervisión. Casi sin darnos cuenta habíamos descubierto lo que ahora mundialmente se denomina COT (Direct Observed Treatment), es decir Tratamiento bajo observación directa. Tenemos el orgullo de decir que Chile fue el primer país del mundo que empleó el tratamiento totalmente supervisado de la tuberculosis a escala nacional. Eran los tiempos gloriosos del Servicio Nacional de Salud,