VIDAMÉDICA / MÉDICOS MAYORES
la época dorada de la Salud Pública chilena, lo que facilitó la
creación y florecimiento de un Programa Nacional de Control
de la Tuberculosis moderno, que se anticipó muchas veces a
las normativas de la Organización Mundial de la Salud. Poco a
poco, el país se pobló de una red de “Centrales de Tratamiento
Controlado”, que es la única tecnología que asegura que los
enfermos reciban el tratamiento prescrito, sin el riesgo de
hacer alguna forma de monoterapia y desarrollar resistencia
bacteriana a los medicamentos empleados.
En 1959 el Profesor Benjamín Viel, Director de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Chile, me nombró Profesor
Auxiliar y me asignó la Cátedra extraordinaria de Tisiología,
que en esos años se extendía por todo un año académico.
Tuve la oportunidad entonces de completar mi formación
con una serie de becas: del British Council en el Cardio-
Thoracic Institute del Brompton Hospital, de la Organización
Panamericana de la Salud, en varios países de Europa y de la
Kellog Foundation en los principales departamentos de educa-
ción médica de Estados Unidos.
En 1966 fui elegido Profesor Titular de Neumotisiología de
la antigua Facultad de Medicina de la Universidad de Chile
y me trasladé al Hospital del Tórax, donde me tocó la honro-
sa función de reemplazar al Profesor Héctor Orrego Puelma.
Posteriormente gané dos concursos, primero el de Jefe de
Servicio de Tisiología del Hospital Sanatorio El Peral y des-
pués el de Jefe del Servicio de Medicina Respiratoria del
Hospital del Tórax, donde la U. de Chile creó el “Instituto
Nacional de Neumotisiología”, del cual fui su primer Director.
Tuve la fortuna de atraer y contar con muy buenos becados
y colaboradores, entre los que no puedo dejar de mencionar
a los Drs. Alvaro Undurraga, Enrique Fernández, Rodolfo
Paredes, Maruja Vicencio, José Antonio del Solar, Patricio
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González, Manuel Oyarzún, Ricardo Sepúlveda, Alfredo
Estrada, Adriana Vega, Mónica Hiriart, Bruni Abarzúa, Luis
Soto, Alonso Corradini, Leonel Madariaga, Patricio Zapata,
Irene Zimmermann, Tomás Zamorano, Jaime Leyton, Carlos
Matamala, Jaime Prenafeta, Patricio Godoy, Moisés Selman y
Raúl Alvarez Valenzuela. Fueron años febriles y de muy fructí-
feras actividades. Con la formación de nuevas generaciones de
especialistas y la implementación de nuevas técnicas diagnós-
ticas, la especialidad experimentó cambios acelerados.
1973 y sobrevino el Golpe Militar y la situación cambió dramá-
ticamente. Fui despedido de mi cargo en el Hospital del Tórax
y, como varios otros Profesores y académicos en esa situación,
permanecimos activos académicamente en seminarios, y reu-
niones en las casas de varios de ellos. Personalmente, un día
a la semana, los días Jueves en la noche, nos reuníamos con
los becados en mi casa, y teníamos reuniones Bibliográficas
donde además resolvíamos los problemas de Chile y el mundo.
Pero llegó el día en que tuvimos que suspenderlas.
En Enero de 1974 fui detenido por personal de seguridad del
Estado bajo la absurda acusación, hecha por un colega, de “or-
ganizar a los médicos del Hospital del Tórax para derribar la
Junta de Gobierno”. El cargo era tanto más disparatado cuan-
do soy totalmente independiente y nunca he participado en po-
lítica. El Servicio de Medicina del Hospital tenía dos pisos de
hospitalización y el Servicio de Cirugía Torácica, uno. Los pi-
sos llamados de Medicina sufrían por una angustiosa falta de
camas, en tanto que el de Cirugía estaba siempre medio vacío.
Yo propuse dedicar el segundo piso del Hospital a Laboratorios
de Diagnóstico, como había observado en una visita a la Mayo
Clinic y hacer un gran Servicio Médico-Quirúrgico en los otros
dos pisos, donde se hospitalizarían indistintamente los pacien-
tes médicos o quirúrgicos. La idea fue resistida por algunos,