VIDAMÉDICA / DR. MORA
Estaba en todas, pasaba visita a los pacientes, atendía, hacía
cirugías, enseñaba, iba a reuniones a la universidad, era muy
comprometido con la parte pública. Sus alumnos decían que
era omnipresente”, cuenta.
Luego de conocer su lapidario diagnóstico, rememora Román,
se volcó completamente a sus pacientes. “Se podría haber ido
el último tiempo para su casa, sabiendo que tenía una enfer-
medad terminal. Sin embargo, decidió quedarse más cerca de
los pacientes, fue el doble de empático, de asertivo, se quedaba
conversando largo rato con las personas que atendía porque
estaba viviendo en carne propia lo que le pasaba el otro. Eso
es super loable porque le quedaba muy poco de vida”, señala.
ROL PÚBLICO
Pese al adverso escenario que vivía el año 2017, decidió darle
vida a sus redes sociales. Debido a sus ácidos comentarios, su
caso se hizo conocido de forma masiva. Aumentó rápidamente
sus seguidores en Twitter, sus dichos comenzaron a ser compar-
tidos por cientos de usuarios, hasta que sus historias saltaron a
los medios de comunicación. Fue portada de uno de los diarios
con mayor lectoría del país y fue invitado a programas y mati-
nales para contar su experiencia.
“Creo que tuvo guardado esto por mucho tiempo y en Twitter
comenzó a liberar un poco todo lo que tenía adentro. A veces
ponía cosas para generar polémica, pero que realmente pensa-
ba y que mucho tiempo calló. Estaba viendo cosas terribles que
estaban pasando y la única manera de generar cambios era que
esto se comentara”, explica Francesca.
Fue precisamente en esas plataformas donde logró poner en
el tapete la urgencia de tener una legislación acorde a los du-
ros problemas económicos, sociales y familiares aparejados a
un cáncer. Se sumó a marchas y a discusiones parlamentarias,
pese a su delicado estado de salud, y levantó la bandera en fa-
vor de la ley en todos los lugares a los que asistió, transformán-
dose en un verdadero ícono del proyecto.
También fue crítico del rol de los médicos y de la necesidad de
reforzar la vocación social en la formación de los profesionales.
Renata, su hija de 13 años, cree que su padre dejó un mensaje
importante para la sociedad. “En todos sus tweets, en los men-
sajes de Instagram en las fotos que subía el buscaba que las
personas sean más abiertas en el sentido de ver la realidad de
las otras personas. Él subía comparaciones de su vida anterior
y ahora. Me decía que teníamos suerte de tener de tener salud,
de tener una familia porque hay gente que no tiene esa misma
suerte. Hay gente que espera meses para tomarse estos exáme-
nes y eso es malo. Todos debe ser tomados en cuenta por igual.
Me siento muy orgullosa de que buscara hacer un cambio”, dice.
Claudio Mora estuvo a sólo días de cumplir 46 años, falleció
en su casa de Lo Barnechea junto a su familia y hoy sus restos
están en un ánfora en el living de ese mismo lugar, acompaña-
do de una foto. ¿Su lucha? A juicio de su viuda tiene hoy más
sentido que nunca: “esperamos que la ley se promulgue y que
todas las generaciones de médicos que él formó puedan haber
recibido la importancia de tratar a los pacientes, de clínicas y
hospitales, como iguales. Ojalá que el pequeño granito de are-
na que dejó, su enseñanza y vocación, se pueda transmitir de
generación en generación”.
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