VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | 页面 94

88 naturalistas convienen; al menos, nunca se conoció que sucediese de otro modo en aquel país. En el centro de la isla hay un hueco de unas 50 yardas de diámetro, por donde los astrónomos descienden a un gran aposento, de ahí llamado Flandona Gagnole, que vale tanto como la Cueva del Astrónomo, situado a la profundidad de 100 yardas por bajo de la superficie superior del diamante. En esta cueva hay veinte lámparas ardiendo continuamente; las cuales, como el diamante refleja su luz, arrojan viva claridad a todos lados. Se atesoran allí gran variedad de sextantes, cuadrantes, telescopios, astrolabios y otros instrumentos astronómicos. Pero la mayor rareza, de la cual depende la suerte de la isla, es un imán de tamaño prodigioso, parecido en la forma a una lanzadera de tejedor. Tiene de longitud seis yardas, y por la parte más gruesa, lo menos tres yardas más en redondo. Este imán está sostenido por un fortísimo eje de diamante que pasa por su centro, sobre el cual juega, y está tan exactamente equilibrado, que la mano más débil puede volverlo. Está rodeado de un cilindro hueco de diamante de cuatro pies de concavidad y otros tantos de espesor en las paredes, y que forma una circunferencia de doce yardas de diámetro, colocada horizontalmente y apoyada en ocho pies, asimismo de diamante, de seis yardas de alto cada uno. En la parte interna de este aro, y en medio de ella, hay una muesca de doce pulgadas de profundidad, donde los extremos del eje encajan y giran cuando es preciso. No hay fuerza que pueda sacar a esta piedra de su sitio, porque el aro y sus pies son de la misma pieza que el cuerpo de diamante que constituye el fondo de la isla. Por medio de este imán se hace a la isla bajar y subir y andar de un lado a otro. En relación con la extensión de tierra que el monarca domina, la piedra está dotada por uno de los lados de fuerza atractiva, y de fuerza repulsiva por el otro. Poniendo el imán derecho por el extremo atrayente hacia la tierra, la isla desciende; pero cuando se dirige hacia abajo el extremo repelente, la isla sube en sentido vertical. Cuando la piedra está en posición oblicua, el movimiento de la isla es igualmente oblicuo, pues en este imán las fuerzas actúan siempre en líneas paralelas a su dirección. Por medio de este movimiento oblicuo se dirige la isla a las diferentes partes de los dominios de Su Majestad. Para explicar esta forma de su marcha, supongamos que A B representa una línea trazada a través de los dominios de Balnibarbi; c d, el imán, con su extremo repelente d y su extremo atrayente c, y C, la isla. Dejando la piedra en la posición c d, con el extremo repelente hacia abajo, la isla se elevará oblicuamente hacia D. Si al llegar a D se vuelve la piedra sobre su eje, hasta que el extremo atrayente se dirija a E, la isla marchará oblicuamente hacia E, donde, si la piedra se hiciese girar una vez más sobre su eje, hasta colocarla en la dirección E F, con la punta repelente hacia abajo, la isla subirá oblicuamente hacia F, desde donde, dirigiendo hacia G el extremo atrayente, la isla iría a G, y de G a H, volviendo la piedra de modo que su extremo repelente apuntará hacia abajo. Así, cambiando de posición la piedra siempre que es menester, se hace a la isla subir y bajar alternativamente, y por medio de estos ascensos y descensos alternados -la oblicuidad no es considerable- se traslada de un lado a otro de los dominios. 94