VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | Page 93
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buscada, y la encontraron en un lóbrego figón, vestida de harapos y con las ropas
empeñadas para mantener a un lacayo viejo y feo que le pegaba todos los días, y en cuya
compañía estaba ella muy contra su voluntad. Pues bien: aunque su marido la recibió con
toda la amabilidad posible y sin hacerle el menor reproche, poco tiempo después se huyó
nuevamente abajo, con todas sus joyas, en busca del mismo galán, y no ha vuelto a saberse
de ella.
Quizá, para el lector, esto pase más bien por una historia europea o inglesa que no de un
país tan remoto. Pero debe pararse a meditar que los caprichos de las mujeres no están
limitados por frontera ni clima ninguno, y son más uniformes de lo que fácilmente pudiera
imaginarse.
En cosa de un mes había hecho yo un regular progreso en el idioma y podía contestar a
la mayoría de las preguntas del rey cuando tenía el honor de acompañarle. Su Majestad no
mostró nunca la menor curiosidad por enterarse de las leyes, el gobierno, la historia, la
religión ni las costumbres de los países en que yo había estado, sino que limitaba sus
preguntas al estado de las matemáticas y recibía las noticias que yo le daba con el mayor
desprecio e indiferencia, aunque su mosqueador le acariciaba frecuentemente por uno y
otro lado.
Capítulo 3
Un problema resuelto por la Filosofía y la Astronomía moderna. -Los grandes progresos
de los laputianos en la última. El método del rey para suprimir la insurrección.
Supliqué a este príncipe que me diese licencia para ver las curiosidades de la isla, y me
la concedió graciosamente, encomendando además a mi preceptor que me acompañase.
Deseaba principalmente conocer a qué causa, ya de arte, ya de la Naturaleza, debía sus
diversos movimientos; y de ello haré aquí un relato filosófico al lector.
La isla volante o flotante es exactamente circular; su diámetro, de 7.837 yardas, esto es,
unas cuatro millas y media, y contiene, por lo tanto, diez mil acres. Su grueso es de 300
yardas. El piso o superficie inferior que se presenta a quienes la ven desde abajo es una
plancha regular, lisa, de diamante, que tiene hasta unas 200 yardas de altura. Sobre ella
yacen los varios minerales en el orden corriente, y encima de todos hay una capa de
riquísima tierra, profunda de diez o doce pies. El declive de la superficie superior, de la
circunferencia al centro, es la causa natural de que todos los rocíos y lluvias que caen sobre
la isla sean conducidos formando pequeños riachuelos hacia el interior, donde vierten en
cuatro grandes estanques, cada uno como de media milla en redondo y 200 yardas distante
del centro. De estos estanques el Sol evapora continuamente el agua durante el día, lo que
impide que rebasen. Además, como el monarca tiene en su poder elevar la isla por encima
de la región de las nubes y los vapores, puede impedir la caída de rocíos y lluvias siempre
que le place, pues las nubes más altas no pasan de las dos millas, punto en que todos los
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