VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | Page 95
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Pero debe advertirse que esta isla no puede ir más allá de la extensión que tienen los
dominios de abajo ni subir a más de cuatro millas de altura. Lo que explican los astrónomos
-que han escrito extensos tratados sobre el imán- con las siguientes razones: La virtud
magnética no se extiende a más de cuatro millas de distancia, y el mineral que actúa sobre
la piedra desde las entrañas de la tierra y desde el mar no está difundido por todo el globo,
sino limitado a los dominios del rey; y fue cosa sencilla para un príncipe, a causa de la gran
ventaja de situación tan superior, reducir a la obediencia a todo el país que estuviese dentro
del radio de atracción de aquel imán.
Cuando se coloca la piedra paralela a la línea del horizonte, la isla queda quieta; pues en
tal caso los dos extremos del imán, a igual distancia de la tierra,con la misma fuerza, el uno
tirando hacia abajo, y el otro empujando hacia arriba, de lo que no puede resultar
movimiento ninguno.
Este imán está al cuidado de ciertos astrónomos, quienes, en las ocasiones, lo colocan en
la posición que el rey indica. Emplean aquellas gentes la mayor parte de su vida en
observar los cuerpos celestes, para lo que se sirven de anteojos que aventajan con mucho a
los nuestros; pues aunque sus grandes telescopios no exceden de tres pies, aumentan mucho
más que los de cien yardas que tenemos nosotros, y al mismo tiempo muestran las estrellas
con mayor claridad. Esta ventaja les ha permitido extender sus descubrimientos mucho más
allá que los astrónomos de Europa, pues han conseguido hacer un catálogo de diez mil
estrellas fijas, mientras el más extenso de los nuestros no contiene más de la tercera parte
de este número. Asimismo han descubierto dos estrellas menores o satélites que giran
alrededor de Marte, de las cuales la interior dista del centro del planeta primario
exactamente tres diámetros de éste, y la exterior, cinco; la primera hace una revolución en
el espacio de diez horas, y la última, en veintiuna y media; así que los cuadros de sus
tiempos periódicos están casi en igual proporción que los cubos de su distancia del centro
de Marte, lo que evidentemente indica que están sometidas a la misma ley de gravitación
que gobierna los demás cuerpos celestes.
Han observado noventa y tres cometas diferentes y calculado sus revoluciones con gran
exactitud. Si esto es verdad -y ellos lo afirman con gran confianza-, sería muy de desear que
se hiciesen públicas sus observaciones, con lo que la teoría de los cometas, hasta hoy muy
imperfecta y defectuosa, podría elevarse a la misma perfección que las demás partes de la
Astronomía.
El rey podría ser el príncipe más absoluto del Universo sólo con que pudiese obligar a
un ministerio a asociársele; pero como los ministros tienen abajo, en el continente, sus
haciendas y conocen que el oficio de favorito es de muy incierta conservación, no
consentirían nunca en esclavizar a su país.
Si acontece que alguna ciudad se alza en rebelión o en motín, se entrega a violentos
desórdenes o se niega a pagar el acostumbrado tributo, el rey tiene dos medios de reducirla
a la obediencia. El primero, y más suave, consiste en suspender la isla sobre la ciudad y las
tierras circundantes, con lo que quedan privadas de los beneficios del sol y de la lluvia, y
afligidos, en consecuencia, los habitantes, con carestías y epidemias. Y si el crimen lo
merece, al mismo tiempo se les arrojan grandes piedras, contra las que no tienen más
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