VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | Page 73

67 producir la avaricia, la parcialidad, la hipocresía, la perfidia, la crueldad, la ira, la locura, el odio, la envidia, la concupiscencia, la malicia y la ambición. En otra audiencia recapituló Su Majestad con gran trabajo todo lo que yo le había referido; comparó las preguntas que me hiciera con las respuestas que yo le había dado, y luego, tomándome en sus manos y acariciándome con suavidad, dio curso a las siguientes palabras, que no olvidaré nunca, como tampoco el modo en que las pronunció: «Mi pequeño amigo Grildrig: habéis hecho de vuestro país el más admirable panegírico. Habéis probado claramente que la ignorancia, la pereza y el odio son los ingredientes apropiados para formar un legislador; que quienes mejor explican, interpretan y aplican las leyes son aquellos cuyos intereses y habilidades residen en pervertirlas, confundirlas y eludirlas. Descubro entre vosotros algunos contornos de una institución que en su origen pudo haber sido tolerable; pero están casi borrados, y el resto, por completo manchado y tachado por corrupciones. De nada de lo que habéis dicho resulta que entre vosotros sea precisa perfección ninguna para aspirar a posición ninguna; ni mucho que los hombres sean ennoblecidos en atención a sus virtudes, ni que los sacerdotes asciendan por su piedad y sus estudios, ni los soldados por su comportamiento y su valor, ni los jueces por su integridad, ni los senadores por el amor a su patria, ni los consejeros por su sabiduría. En cuanto a vos -continuó el rey-, que habéis dedicado la mayor parte de vuestra vida a viajar, quiero creer que hasta el presente os hayáis librado de muchos de los vicios de vuestro país. Pero por lo que he podido colegir de vuestro relato y de las respuestas que con gran esfuerzo os he arrancado y sacado, no puedo por menos de deducir que el conjunto de vuestros semejantes es la raza de odiosos bichillos más perniciosa que la Naturaleza haya nunca permitido que se arrastre por la superficie de la tierra.» Capítulo 7 El cariño del autor a su país. -Hace al rey una proposición muy ventajosa, que es rechazada. -La gran ignorancia del rey en política. -Imperfección y limitación de la cultura en aquel país. -Leyes, asuntos militares y partidos en aquel país. Sólo un amor extremado a la verdad ha podido disuadirme de ocultar esta parte de mi historia. Era en vano que descubriese mis resentimientos, de los cuales se hacía burla siempre; así, tuve que sufrir con paciencia que mi noble y amantísimo país fuese tan injuriosamente tratado. Estoy tan profundamente apenado como pueda estarlo cualquiera de mis lectores de que tal ocasión se presentase; pero este príncipe se mostró tan curioso y preguntón sobre cada punto, que no se hubiese compadecido con la gratitud ni con las buenas formas el que yo le negara cualquier explicación que pudiera darle. Aun siendo así, debe permitírseme que diga en mi defensa que eludí hábilmente muchas de las preguntas y di a cada extremo un giro mas favorable, con mucho, de lo que permitiría la estricta verdad, pues siempre he tenido para mi país esta laudable parcialidad que Dionysius Halicarnassensis recomendaba con tanta justicia al historiador. Oculté las flaquezas y deformidades de mi madre patria y coloqué sus virtudes y belleza a la luz más conveniente y ventajosa. Éste fue mi verdadero conato en cuantas conversaciones mantuve con aquel poderoso monarca, aunque, por desdicha, tuvo mal éxito. 73