veredes, arquitectura y divulgación VADo1 Los Inicios | Page 63
ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198 | Junio 2019 | 01.VAD
Hemos leído cómo Van Doesburg consideraba concluida la era de la des-
trucción, acaso el más fuerte punto en común entre el constructivismo y
el Dadá, e inauguraba la nueva era de la construcción.
La fase destructiva elementalista tiene como conclusión la irrealidad del
objeto, su crisis y su desaparición
¿Qué nueva realidad propone el constructivismo?
Como estamos viendo, la realidad inherente a la propia obra, regida por
principios generales objetivos.
Para los estructuralistas (desde Malévich a Van Doesburg), la nueva rea-
lidad está en la arquitectura, en la construcción del entorno del hombre,
en su universo espacial. La arquitectura, por razones evidentes de cons-
tructibilidad y de estática, impondrá muchos más límites a la imaginación
que la pintura. Pero, por esa misma razón, exigirá una formulación más
clara de la estructura generatriz de las formas estéticas.
Las malas condiciones económicas y tecnológicas propiciaron, especial-
mente en la U.R.S.S., que la arquitectura viviera una fase de no construc-
ción, de desafío a la estática y desprecio por las condiciones reales de via-
bilidad. Esto la hace aún más propicia para ser estudiada como lenguaje.
Y, en este estudio lingüístico de las formas, hemos de hacer una obser-
vación.
Ya hemos dicho que no queremos hacer diferencias entre las diversas
corrientes que, de una u otra manera, se pudiesen adscribir a la denomi-
nación genérica de “constructivistas”. Pero, a la hora de tratar el carácter
pretendidamente estructuralista del constructivismo, hemos de separar
dos actitudes, recordando la advertencia de Eco antes reseñada.
En 1920 aparecen dos tendencias ya configuradas: el construc-
tivismo y el formalismo simbolista. El primero, sostenido por
Tatlin, El Lissitzky, los hermanos Vesnin, Ginsburg, busca el dina-
mismo revolucionario en proyectos de complejos e historiados
edificios, sueños de ingeniería romántica que suscitaron ardien-
tes entusiasmos. El segundo, dirigido por Ladowsky y Golosov,
trata en cambio de identificar el significado “objetivo, absoluto y
universal” de las formas, analizando las reacciones psicológicas
que generan. Se producen largos experimentos de laboratorio a
escala dimensional, la modulación y la relación rítmica entre las
partes, la expresión estática y cinética de volúmenes: se compiló
un diccionario de símbolos tal que, una vez enunciada la “idea”
de un edificio, para representarla bastaba con hojear el catálogo
y elegir las formas adecuadas. El cubo, por ejemplo, encarna el
concepto de integridad, la esfera determina un estado de ánimo
armónico y equilibrado, la traslación de figuras en el espacio se
asocia a impulsos dinámicos: cánones fisio-psicológicos frecuen-
temente herméticos para los no iniciados, aunque en teoría pre-
tendiesen basarse en reacciones emocionales objetivas. 16
Nótese lo que Zevi dice de este segundo grupo. Es el método estructura-
lista en su estado puro.
JOSÉ RAMÓN HERNÁNDEZ CORREA. Vanguardia: el comienzo de un universo sin tragedia. pp. 54-67
16 Zevi, Historia de la arquitectura
moderna, 139
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