veredes, arquitectura y divulgación VADo1 Los Inicios | Page 38

VAD. 01 | Junio 2019 | ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198 La catedral. Feininger Feininger apreciaba sinceramente a Gropius y se sintió muy honrado al saber que había sido el primer artista elegido para participar en la Bau- haus. El 18 de mayo de 1919 llegó convocado por el director, pero para él, Weimar no era una ciudad desconocida puesto que Julia Berg y él, ya habían vivido allí antes de la guerra. 7 Martin Faass, “Una vida en nueve instantáneas”, en Lyonel Feininger (1871-1956), editado por Manuel Fontán del Junco y Aída Capa (Madrid: Fundación Juan March. Editorial de Arte y Ciencia, 2017), 19. Otto Rash, el profesor de Berg, joven estudiante de arte que posterior- mente se casaría con Feininger, les había contado que en los pueblos de los alrededores de Weimar se podían encontrar rincones pintorescos para ser plasmados en el papel. Fue el 24 de junio de 1906 cuando des- cubrieron Gelmeroda y quedaron prendados de su puntiaguda iglesia. Desplegaron sus dos banquetas, sus cuadernos con sus pinturas y se dis- pusieron a dibujar por primera vez la iglesia que sería un tema recurrente en la trayectoria de Feininger. 7 Figura 4a. Gelmeroda, Iglesia parro- quial, siglos X-XI. Fotografía de los autores, 2019. Figura 4b. Lyonel Feininger: Gelmeroda III, 1913. 8 Traducción del Manifiesto original. Bauhaus Archiv Berlin. Fue precisamente una iglesia, concretamente una catedral pintada por Feininger, la que acompañó al manifiesto fundacional de la Bauhaus. Esa catedral, bajo tres estrellas interconectadas entre sí, pero una encima de las otras dos, parece querernos advertir que los pintores, escultores y arquitectos serían una comunidad hermanada, tal y como empezaba el alegato, aunque precisando que: ¡la meta final de cualquier actividad formativa es la construcción! 8 9 Gremios itinerantes que se despla- zaban en un clima de compañeris- mo y alegría para la construcción de las catedrales góticas francesas. Nos remitimos en este contexto a lo expuesto por Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil Mesetas. Capi- talismo y esquizofrenia (Valencia: PRE-TEXTOS, 2010), 374. El noma- dismo que define a los compagnons, según Deleuze y Guattari, tiene su correlato bauhasiano en los despla- zamientos de sus integrantes de ciudad en ciudad, de sede en sede (Weimar, Dessau y Berlín) a lo largo de los catorce años de existencia de la escuela. 38 Terminaba el manifiesto animando a aportar entre todos voluntad, in- ventiva y creatividad para concebir la nueva actividad constructora del futuro. Maestros, oficiales y aprendices trabajarían todos unidos a modo de gremios medievales, como los maestros de obra y los “compagnons” 9 que operaban juntos en una misma tarea al servicio de la obra completa: la catedral. Tomada de estas comunas gremiales, la distinción del trabajo entre lo intelectual y lo manual dejaría de personarse en individuos espe- cialistas, para fusionarse en cada uno, completándose con ello la propia esencia humana, que es una urdimbre de práctica y teoría. Aplicado a la escala de la propia escuela, la fusión de arte y artesanía se encaminó a lograr el estilo unitario por excelencia, común a toda clase de objetos dispares, utensilios, muebles, vidrios, ventiladores, lámparas, alfombras, cortinas, ceniceros, servilleteros, tazas, cuencos y edificios. JOSENIA HERVÁS Y HERAS | ESTEBAN HERRERO CANTALAPIEDRA. Los inicios de la Bauhaus. Weimar 1919. pp. 34-42