veredes, arquitectura y divulgación VADo1 Los Inicios | Page 36

VAD. 01 | Junio 2019 | ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198 1 Georg Lukács, El asalto a la razón (Barcelona: Ediciones Grijalbo, 1968), 61-62. Lukács atribuye a amplios sectores de la burguesía su interés por avivar la leyenda de que la democracia y la república eran productos extranjeros. Incluso para los propios defensores de los valores democráticos se trataba de material de importación occidental que revelaba según el autor una absoluta falta de tacto y de táctica. Esto diferenciaba a los alemanes de sus homólogos demócratas france- ses e ingleses, que en los periodos revolucionarios habían sabido presentar estos valores como una emanación del sentimiento nacio- nal respectivo. 2 C. Raman Schlemmer, “Biografía de Oskar Schlemmer”, en Oskar Schlemmer (Madrid: Museo Na- cional Centro de Arte Reina Sofía y Fundación la Caixa, 1996), 161. Anotado en su diario en el verano de 1923, tras haber realizado los frescos en las escaleras del edificio de talleres en Weimar. específicamente alemán aquello de que la democracia era despreciada como “una mercancía occidental de importación” y que la República de Weimar fue una “democracia sin demócratas” 1 , no debió de ser nunca dicho en nombre de la mayoría de los estudiantes de la Bauhaus. Atrás quedaba la exaltación nacional, las protagonistas de esta nueva era debían ser las personas. El imperio se había disuelto y tras él, el pueblo reclamaba su protagonismo. Schlemmer lo explicaba así: (...) en el mundo actual sin dioses se ha abandonado sobre todo el arte de los grandes temas, como la pintura monumental y la escultura. Los fundamentos que antes las sostenían, la con- ciencia nacional, la ética, la religión, se han estremecido o han desaparecido. Lo nuevo sufre dolores de parto —discutido— no reconocido. A pesar de todo queda un gran tema, antiquísimo, eternamente nuevo, objeto y sujeto de todos los tiempos, la per- sona… 2 Todos estos acontecimientos se produjeron en un mismo lugar, y no era en la capital, Berlín. Fue en una pequeña ciudad del centro de Alemania, en Weimar, donde la Asamblea Nacional se reunió para aprobar una nue- va Constitución 3 . Berlín se había convertido en un lugar peligroso, con revueltas, rebeliones y grupos paramilitares que ejecutaban a incómodos revolucionarios marxistas como Rosa de Luxemburgo y Karl Liebknecht, además de a numerosos ciudadanos. 3 Winfried Nerdinger, Walter Gropius. Opera completa (Milan: Electa, 1989), 69. Para celebrar dicho acto, Walter Gropius diseñó una placa que se colocó en el Teatro Nacional con la siguiente inscripción: En esta casa se otorgó el pueblo alemán, a través de su Asamblea Nacional, la Constitución de Weimar del 11 de agosto de 1919. El 26 de marzo de 1933 los nazis destruyeron la placa que se volvió a recolocar posterior- mente. Figura 2a. Friedrich August von Kaul- bach: Germanía, 1914. Los valores de la leyenda alemana de la época guiller- mina se encarnan como en ningún otro ejemplo en este cuadro: Germania se enfrenta armada a los desafíos de 1914. Fuente: Deutsches Historisches Museum, Berlín. Postal, Publicon Ver- lagsgesellschaft mbh. Figura 2b. Margaretha Reichardt: Autorretrato, 1927/30. La ruptura con los valores de Germania se plasman en este bordado de la estudiante de la Bauhaus. Eran nuevos desafíos los que se cernían sobre la Escuela. Exposición Vier »Bauhausmädels«. Gertrud Arndt. Marianne Brandt. Margarete Heymann. Margaretha Reichardt. Angermuseum Erfurt. Fotografía de los autores, 2019. 36 Nacimento de la Bauhaus Tuvo que ser en la simbólica ciudad de Weimar donde dos escuelas de arte se unieron para crear una fusión entre artesano y artista. A este ex- perimento su creador, Walter Gropius, le otorgó un nuevo nombre: Bau- haus. Fue precisamente el nombre lo que supuso una revelación para el enton- ces estudiante Joseph Albers. Le sobrecogió una tentación irresistible de abandonar Baviera y la Münchner Akademie para ir a Weimar en busca de dicha palabra. JOSENIA HERVÁS Y HERAS | ESTEBAN HERRERO CANTALAPIEDRA. Los inicios de la Bauhaus. Weimar 1919. pp. 34-42