Karl Barth:
La elección más importante
por Eric Wilding
N
o, no estamos hablando sobre las elecciones presidenciales en los Estados Unidos,
en noviembre próximo. Estamos hablando de la elección que
afecta a todas las naciones y a todas
las personas que hayan vivido, estén
viviendo ahora o vayan a vivir: la
elección de Jesucristo.
Muchos teólogos han tratado de entender el misterio de la elección afirmado
en las Escrituras. Uno de los comentaristas más influyentes de la doctrina de
la elección ha sido el teólogo suizo Karl
Barth. Para Barth, la doctrina de la elección es la suma, o la esencia, del evangelio y la base para entender a Dios.
La elección libre de Dios
La doctrina cristiana de la elección se
refiere a una decisión tomada por Dios.
Para Karl Barth, esta doctrina, la decisión de Dios, antes de todos los tiempos, de ser quien él es para toda la humanidad, es la verdad básica sobre la
que se construyen todas las otras verdades cristianas.
La doctrina de la elección implica
dos aspectos: al Dios elector y al hombre elegido. Como el Dios elector, el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo juntos,
toma una decisión. La decisión que
Dios toma es que el Hijo de Dios se
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Verdad y Vida Octubre – Diciembre 2016
convertiría en el hombre elegido, Jesús
de Nazaret.
El Dios Unitrino elige eternamente, o
decide, en libertad divina, ser el Dios de
gracia y amor para la humanidad. Por
lo tanto, en Jesucristo, que es totalmente Dios y totalmente hombre, Dios es al
mismo tiempo el elector y el elegido.
Barth escribió: “En medio del tiempo sucedió que Dios se convirtió en humano
para nuestro bien. Mientras destacamos
lo único que es este hecho, tenemos
que afirmar que no fue un accidente, ni
otro suceso histórico entre otros muchos. Sino que es el hecho que Dios
1
decidió desde la eternidad” .
El teólogo y erudito de Barth, John
Webster, lo describe de esta forma:
“Dios elige ser este Dios, Dios en este
hombre, Dios conocido en y como Je2
sucristo” . Como el acto de gracia y
amor, el Hijo de Dios es elegido para
darse a sí mismo, para convertirse en el
Hijo del Hombre con el propósito específico de salvar a humanos pecadores.
Este es el acto libre de gracia por el
que Dios da “amor en la condescendencia más profunda”, esto es, él desciende para llevar a los seres humanos
a sí mismo 3. El Hijo de Dios se vacía y
humilla a sí mismo para que los seres
humanos puedan ser unidos en relación con Dios (ver Filipenses 2:6-8, y
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