pacidad de mostrarnos la verdad y la
realidad de Dios. Las palabras humanas
son solo eso, humanas. Derivan princi-
palmente de nuestras experiencias hu-
manas. Pero Dios no es una criatura y
no puede captarse simplemente en tér-
minos, conceptos e ideas creados. Las
palabras, cuando se refieren a Dios, no
significan exactamente lo mismo que
cuando se refieren a la creación. Así
podemos decir que nosotros “amamos”
y que Dios “ama”, pero el amor de Dios
excede con mucho al nuestro. Usamos
la misma palabra, pero no significa la
misma cosa cuando la usamos para
tación de las Escrituras, ayudándonos a
ver como estas hacen a Dios y sus ca-
minos conocidos para nosotros de una
forma única. Él no ha estado mudo
desde que la Biblia vino a la existencia.
Dios continúa hablando en y a través de
su Palabra escrita, capacitándola para
referirse a él y no solo a ideas o realida-
des creadas. El Dios de la Biblia conti-
núa hablándonos por medio del don de
la revelación escrita.
Si Dios cesara de estar personal-
mente involucrado, y dejara de dar po-
der a la palabra escrita, para llevar a
cabo la capacitación milagrosa para que
podamos conocerle, entonces Dios no
sería verdaderamente conocido. Sim-
plemente tendríamos ideas humanas y
creadas sobre Dios para considerarlas y
nada más. El resultado probablemente
no sería mucho mejor que el de los an-
tiguos dioses mitológicos griegos y ro-
manos.
Inspiradas por el Espíritu
Dios que cuando la usamos para noso-
tros. Sin embargo, nuestro amor puede
ser un reflejo borroso del amor de Dios.
Así que Dios mismo tiene que santi-
ficar y hacer adecuadas nuestras meras
palabras humanas para que podamos
usarlas para referirnos precisa y fiel-
mente al Dios de la Biblia y no llevarnos
a incomprensiones de él y sus caminos.
El Dios de la Biblia está activo y
dándose continuamente a nosotros al
supervisar nuestra lectura e interpre-
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Verdad y Vida Mayo – Junio 2017
Si nos preguntamos: “¿Cómo nos ha
hablado y se nos ha dado a conocer
Dios?”, se ve que esta obra involucra a
la totalidad de Dios, esto es: al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo. La palabra “ins-
piró” significa “Dios respiró”. El Espíritu
Santo se identifica como la mente o
aliento de Dios. Por medio del Espíritu
de Dios ciertas personas, a lo largo de
los siglos, fueron llamadas, designadas
y especialmente capacitadas para ha-
blar con autoridad por Dios. Dios “respi-
ró” en ellas por medio del Espíritu.
¿Cómo exactamente actúa el Espíri-
tu? No lo sabemos, pero lo ha hecho y
ha capacitado primero a los profetas del
Antiguo Testamento y luego a los após-
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