ya que ambas estaban sosteniendo una lucha tenaz contra el cáncer que sufrían, y, además de darse un gran apoyo mutuo, tener una explicación bíblica razonada sobre este tema del sufrimiento era algo que siempre buscaban en sus conversaciones.
Clara, que era la que más tiempo llevaba de creyente evangélica comprometida, y por lo tanto la que más conocimiento bíblico tenía, continuó explicándole a Esperanza:“ La verdad es que Dios está transformándonos a la imagen de Jesucristo; una transformación que incluye el dolor que produce el ir olvidándonos de nosotros, a medida que dejamos de hacernos a nosotros mismos el centro de todo, de insistir en hacer las cosas a nuestro modo, y al venir a ver que el camino de Dios es bueno y que lleva a la vida. Así que necesitamos ver que el amor y la bondad de Dios son más que un escape del sufrimiento y el dolor. Estar dispuestos a servir a los demás hasta la muerte significa que tenemos que aceptar el dolor que eso conlleva”. Mientras decía esto, Clara tomó su Bi-
blia y buscó la escritura que quería leerle a Esperanza, y continuó:“ Esto fue precisamente lo que Jesús le dijo al a- póstol Pedro, en Juan 13:7, cuando este no quería dejar que le lavase los pies:‘ Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después’”.
Esperanza intervino como psicóloga:‘ La psicología reconoce que el dolor no es siempre malo. Es útil, ya que es un sistema de advertencia interior que nos dice que algo anda mal. Si los seres vivientes no sintiesen dolor, no podrían sobrevivir. Como bien dices, Clara, el dolor nos enseña que no somos autosuficientes, como no lo es un bebé cuando necesita ser alimentado o que le ayuden a expulsar el aire, y que no siempre podemos hacer las cosas a nuestra mane-
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