Verdad y Vida Marzo/Abril 2017 | Page 10

cemos. Con la muerte y la resurrección de Jesús todo el tiempo cambió, de la misma forma que la relación de Dios con la humanidad cambió para siempre el destino humano. Como resultado de ese cambio también cambió la relación entre el tiempo creado, nuestro tiempo, y Dios.
El teólogo Karl Barth( 1886-1968) entendió esta verdad, al darse cuenta de que Jesús, que fue y es divino y humano, por medio de su muerte y resurrección trajo a la eternidad a una conexión más profunda con la temporalidad. A través de su vida, muerte, resurrección y ascensión, Jesús forjó una nueva relación de Dios con la humanidad, que incluye una nueva relación de Dios con el tiempo.
Como el Hijo eterno de Dios, el Jesús anterior a la encarnación era antes de la creación del tiempo. Procediendo de fuera del tiempo creado, entró en él,
15:35-58). En él nuestra naturaleza humana mortal resucitó para participar en su inmortalidad, esto es, en su relación eterna con el Padre y el Espíritu.
T. F. Torrance( 1913-2007) también escribió sobre esta verdad, señalando que Dios, a través de la Encarnación del Hijo eterno de Dios, entró en nuestro tiempo y espacio, asumió nuestra naturaleza humana caída, y dentro de nuestra realidad temporal vivió, sufrió, murió, resucitó y luego ascendió para llevarnos a la vida eterna en relación y comunión con el Dios eterno.
Durante los cuarenta días entre la resurrección y la ascensión de Jesús vemos evidencia de la sorprendente transformación que él logró en su obra salvadora en nuestro beneficio. Durante ese tiempo, ahora poseyendo un cuerpo humano resucitado, Jesús, más claramente que antes, mostró a sus discípulos la diferencia efectuada por la nueva relación entre
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