Verdad y Vida Julio-Septiembre 2017 | Page 11

vos, los maltrataron y los mataron. El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. Luego dijo a sus siervos: ‘El banquete de bodas está preparado, pe- ro los que invité no eran dignos. Id al cruce de los caminos e invitad al ban- quete a todos los que encontréis’” (Ma- teo 22:4-9). De la misma forma, en la parábola del hijo pródigo, en Lucas 15:11-32, se muestra la diferencia en la negativa del hijo mayor a entrar y unirse a la fiesta de celebración por el regreso de su her- mano menor, a pesar de que su padre le implora que entre. Dios advierte claramente a aquellos que no solo no siguen a Jesús, sino que rechazan activamente su invitación has- ta el extremo de impedir que otros lo si- gan, algunos incluso conspirando para que lo ejecutasen: “Contestó Jesús:— ¡Ay de vosotros también, expertos en la ley! Abrumáis a los demás con cargas que apenas se pueden soportar, pero vosotros mismos no levantáis ni un de- do para ayudarlos” (Lucas 11:46). “Pero al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, les advirtió: ‘¡Camada de víboras! ¿Quién os dijo que podríais escapar del castigo que se acerca?’” (Mateo 3:7). Estas advertencias son severas, in- dican lo que Jesús no desea ni espera que suceda. Las advertencias se dan a aquellos por los que nos preocupamos, no a los que no nos importan. Es como la advertencia de la madre que le dice a su hijo pequeño: “Ten cuidado cuando cruces la calle, pues de otra forma te atropellará un coche”. Dios ama a todos los seres humanos por igual, y a todos www.comuniondelagracia.es les ofrece el regalo de la salvación en Jesucristo, sin embargo, su amor no se- ría tal si pasara por alto la diferencia en la respuesta y las consecuencias co- rrespondientes. El costo de seguir a Cristo Aceptar y recibir lo que Dios nos ha da- do y nos ha hecho ser en Cristo tiene un costo. Jesús lo expresó claramente a los que lo seguían y a sus discípulos en más de una ocasión: “…Si alguien quie- re ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me si- ga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará” (Lucas 9:23-24) . El costo es entregar la totalidad de nuestra vida a Jesús, al Padre y al Espí- ritu Santo. Es vaciar nuestras manos y corazones, todo nuestro ser, para que Dios nos llene con aquello que nos ha dado y nos ha hecho en Cristo. Pero este costo no es algo que pa- gamos a Jesús para moverlo a darse a nosotros. Él ya se entregó en la cruz an- tes de que hubiésemos nacido. Recibir y aceptar lo que nos ha dado gratuita- mente implica un costo, el de morir al viejo y corrompido ser para poder recibir la nueva vida de él. Verdad y Vida Julio - Septiembre 2017 11