Parece que nuestros vigilantes esfuer-
zos para impedir que nadie “convierta la
gracia en una licencia para pecar” han
dado como resultado, irónicamente,
nuestras artimañas para convertir el pe-
cado en una barrera para aceptar la
gracia. La iglesia promete gracia, pero
luego proclama condenación. La iglesia
da los titulares del evangelio, pero a
continuación predica el infierno de fuego
eterno. La iglesia enmascara su anzue-
lo moralista con el cebo del evangelio, lo
lanza sobre la presa inadvertida y luego
la hunde en la bandeja de grasa ca-
liente de la salvación por obras.
Considera como se ara el evangelio
bajo el incansable glaciar de la “correc-
ción” denominacional, la “exactitud” doc-
trinal y de los “estándares” de conducta.
Iglesia Cristiana contra iglesia Cristiana,
riñendo por la fraseología, la terminolo-
gía, la vestimenta correcta, la posición
política, donde se sienta quién, los esti-
los musicales, la arquitectura… La lista
semeja interminable. Parece que todos
tengamos al menos una infección leve
del virus de “nuestra forma es la de
Dios, así que muere hereje”.
La doctrina correcta es importante,
pero no necesitamos mirar más allá del
Credo Niceno o el Credo de los Apósto-
les para aquellos “temas” doctrinales
que importan realmente. Sin embargo,
muchas iglesias cristianas todavía nie-
gan la comunión a otros creyentes que
no pertenecen al nombre de la rama
denominacional correcta, o que no han
pasado por todos las cribas teológicas
requeridas.
El mensaje fundamental del conduc-
tismo religioso: “Compórtate bien (de
acuerdo a nuestros estándares particu-
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Verdad y Vida Julio – Septiembre 2017
lares), o vas derecho al infierno”, entie-
rra el evangelio bajo varias capas de
pedantería religiosa hipercrítica y de
medidas correctivas. Eso no es el evan-
gelio, es religión. Mantiene a la salva-
ción como si fuera alguna clase de fan-
tasma guiado por el palo y la zanahoria,
al que se le da alcance solo a través de
toda una vida de incontables buenos
hechos. Es una mentira que consume el
alma en contra de la verdad de Dios.
Jesús no trajo alguna marca “nueva
y mejor“ de religión. Él trajo el evangelio,
que es buenas noticias para los pecado-
Por medio de Jesucristo
Dios ha destruido todos
los informes, todos los
registros de los deberes y
todas las órdenes de
detención en el mundo, y
le ha dado a todas las
personas un informe penal
limpio y una invitación
dorada a la vida eterna.
res, que todos lo somos. Por medio de
Jesucristo Dios ha destruido todos los
informes, todos los registros de los de-
beres y todas las órdenes de detención
en el mundo, y le ha dado a todas las
personas un informe penal limpio y una
invitación dorada a la vida eterna.
Solo que algunos de nosotros pare-
ce que “no queremos caridad”. Al con-
trario, nos sentimos como si hubiése-
mos sido o, por medio de la disciplina y
la devoción, nos hubiésemos convertido
en la suerte de persona justa y recta en
la que Dios apropiadamente podría de-
rramar la vida eterna.
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