EDITORIAL
Nada vive para sí
por Pedro Rufián Mesa
M
mi familia y
yo tenemos
la bendición
de poder vivir en un
pequeño pueblo, en
una casa. Después de muchos años de
hipoteca no hace mucho que hemos
terminado de pagarla. No me atrevo a
decir que sea nuestra, como quizás no
te atrevas tú tampoco si es que la vivienda donde habitas es en propiedad,
ya que últimamente el Impuesto de Bienes Inmuebles que tenemos que pagar
es como un alquiler. Así que es casi
más del Ayuntamiento que nuestra.
Tiene un pequeño patio donde crecen tres hermosas parras de uvas moscatel, un caqui, un olivo de la variedad
gordal, que da unas grandes y exquisitas aceitunas de mesa y un pequeño limonero, que está ahora en fase de crecimiento.
Entre las flores y las plantas contamos con dos lilas, un jazmín, algunos
alhelíes, un rosal, varios macizos de
azucenas, periquitos y margaritas. Cada
una nos va brindando su delicado perfume cuando, paulatinamente, les va
llegando el tiempo de su floración. También tenemos un magnifico y vigoroso
hibisco que, cuando está cargado de
6
Verdad y Vida
sus flores rosadas dobles sobre el fondo
verde oscuro de sus hojas espesas, mirarlo deleita la vista y serena el espíritu.
Los macizos de romero y de tomillo,
aparte de su delicado olor, nos brindan
sus sumidades y flores para algunas deliciosas y saludables infusiones.
Ninguna de esas parras, flores y
plantas viven para sí mismas. Las parras no se aprovechan de las hermosas
y dulces uvas moscatel que producen,
ni lo hace el caqui con sus rosados, deliciosos y blandísimos frutos. Como
tampoco se alimenta el olivo de sus
propias aceitunas. Somos nosotros, y
los hermanos en la congregación con
quienes las compartimos, los que nos
alimentamos y deleitamos saboreando
sus frutos.
Y las delicadas flores y las plantas
aromáticas, que sepamos, tampoco se
aprovechan de su belleza y armonía, ni
de sus aromas y propiedades saludables. Somos nosotros los que las disfrutamos y nos aprovechamos de ellas. No
viven para sí mismas, sino para los demás, incluyendo a las abejas que liban
su néctar y polen para producir su deliciosa miel.
Es una pena y una gran desgracia
que la inmensa mayoría de los seres
Julio - Septiembre 2016
www.comuniondelagracia.es