Mientras vivamos en esta tierra, tenemos que ser como cualquier campeón
olímpico que se preste, que sigue preparándose y corriendo durante los cuatro años de las Olimpiadas para poder
mantener la medalla en los siguientes
Juegos Olímpicos. La carrera espiritual
cristiana se extiende durante toda nuestra vida, y eso es lo que Pablo practicó y
enseñó: “Con esto no quiero decir que
yo haya logrado ya hacer todo lo que
les he dicho, ni tampoco que ya sea yo
perfecto. Pero sí puedo decir que sigo
adelante, luchando por alcanzar esa
meta, pues para eso me salvó Jesucristo” (Filipenses 3:12 Versión Biblia Lenguaje Actual). Dios nos dice: “Corred la carrera hacia la meta porque os he hecho
ya campeones y ganadores de la medalla de oro de la vida eterna, en y por
medio de mi Hijo. “En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos
alcanzado” (Filipenses 3:16).
Dios nos ha hecho ya sus hijos. Por
medio de Cristo nos ha introducido ya
en la relación eterna de amor que goza
el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Entonces, ¿cómo vivimos y estamos involucrados activamente ahora en esa relación de amor? Amando a Dios con todo
nuestro ser, y amando a todos los seres
humanos.
Dios no solo quiere que participemos
en su relación eterna de amor, sino que
también lo hagamos en su vida activa
ahora por amor a aquellos que todavía
no son conscientes de que son campeones espirituales en Cristo. Sabemos
que Dios nos ha llamado a participar en
las buenas obras “las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica” (Efesios 2:10).
www.comuniondelagracia.es
Una de las mejores formas de amar a
otros es anunciándoles la buena noticia
de que Dios los ha hecho campeones
espirituales en Cristo y que se vuelvan a
él. Así les explicó Pablo esto a los cristianos en Corinto: “El amor de Cristo
nos obliga” [nos compele]. El amor de
Dios derramado en nuestros corazones
por medio del Espíritu Santo no mueve
a actuar, nos compele como un muelle.
“…porque estamos convencidos de que
uno murió por todos, y por consiguiente
todos murieron. Y él murió por todos,
para que los que viven ya no vivan para
sí, sino para el que murió por ellos y fue
resucitado”.Las obras que hacemos en
la nueva vida como campeones espirituales, surgen del amor activo de Dios
en nosotros y del agradecimiento, después de que venimos a darnos cuenta
de lo que Cristo nos ha hecho ser en y
por medio de él. “…Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya
lo nuevo! Todo esto proviene de Dios,
quien por medio de Cristo nos reconcilió
consigo mismo y nos dio el ministerio de
la reconciliación: esto es, que en Cristo,
Dios estaba reconciliando al mundo
consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación.
Así que somos embajadores de Cristo,
como si Dios os exhortara por medio de
nosotros: En nombre de Cristo os rogamos que os reconciliéis con Dios” (2
Corintios 5:14-20).
Dios nos dice, ahora que sabéis que
os he hecho campeones espirituales,
corred la carrera del amor. Y mientras
corréis dad a saber a otros quienes son
en y a través de mi Hijo, mis queridos
hijos e hijas también.
Verdad y Vida Julio – Septiembre 2016
13