había dado a conocer por medio de su
Espíritu: Viviría hasta que sus ojos viesen a la salvación de Israel.
e íbamos al cuarto de mis padres a
despertarlos y a darles las gracias llenándolos de besos.
Cada mañana se levantaba motivado por la esperanza de que se hiciera
realidad lo que Dios le había revelado.
Había días que permanecía en el templo hasta que se iba apagando la tarde
y ya no venía nadie. Entonces, cabizbajo y meditativo, emprendía el camino de
regreso a casa pensando que otro día
había quedado atrás sin haber visto lo
que con tanto anhelo y fe aguardaba.
Espiritualmente hablando, todos nosotros sin excepción éramos mucho
más pobres que nosotros cuando éramos niños. Por el pecado estábamos
destituidos de la gloria d