no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los
que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de
carne, ni de voluntad de varón, sino de
Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”
(Juan 1:9-14).
namente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: !Gloria a Dios
en las alturas, Y en la tierra paz, buena
voluntad para con los hombres!” (Lucas
2:10-14). El título “Cristo”, que el ángel le
da a Jesús, en hebreo equivale a la palabra Mesías, que significa ungido. La
palabra “Señor” en griego se utilizaba
como traducción del nombre divino; en
el NT se aplica con frecuencia a Jesús.
Cuando María había pasado los
cuarenta días de la purificación, que
prescribía la ley (Levítico 12:1-4), José y
ella estaban preparándose para llevar a
Jesús al templo para presentarlo y ofrecerlo a Dios como primogénito, pues
según la ley todo hijo primogénito le pertenecía a Dios (Éxodo 13:2, 12), y a
hacer la ofrenda de dos tórtolas o dos
palominos correspondiente a la expiación y purificación de María (Lucas 2:2224; Levítico 12:6-8).
Simeón ve la Salvación de Dios
El evangelista Lucas nos narra en el
capítulo 1 y 2 de su evangelio como fue
nacimiento en la carne de aquel Verbo
que era la bendición de Dios para todos
los seres humanos. Así se lo anunció
Dios a los pastores por medio de un ángel: “No temáis; porque he aquí os doy
nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en
la ciudad de David, un Salvador, que es
Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repenti10
Verdad y Vida Enero – Febrero 2017
La siguiente mañana Simeón despertó
un poco desanimado y dudando de si
hacer su visita regular al templo. Pero
de repente fue compelido por un deseo
irrefrenable de ir. Mientras caminaba por
las calles de Jerusalén, rumbo al templo, como si fuera empujado por el viento y sin apenas esfuerzo, algo inexplicable lo iba llenando de una indudable
convicción de que por fin vería cumplida
la promesa que el Señor le había dado
a conocer y esperado con tanto anhelo.
Esto es lo que el Espíritu Santo inspiró a escribir a Lucas: “Y movido por el
Espíritu, vino al templo. Y cuando los
padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de
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