Verdad y Vida Ene-Feb 2017 | Page 11

su vista ya cansada Dios lo llenó de la absoluta certeza de que estaba delante del Mesías prometido.
Simeón tomó al niño Jesús en sus brazos lleno de alegría, regocijo y contentamiento. Su gesto era un abrazo al futuro, al verdadero futuro de la humanidad que aquel niño-Salvador haría realidad, acogiéndolo como el regalo de Dios para todos los seres humanos. De aquella forma, el anciano estaba anticipando lo que sucedería con millones de personas a lo largo del tiempo: el día de su encuentro con Jesús será para cada persona el más importante de su vida.
Simeón había esperado con paciencia, y absoluta confianza en Dios, que se cumpliese lo que le había revelado por medio del Espíritu, así que cuando vio al niño Jesús dijo que Dios lo podía despedir ahora en paz, y podría morir tranquilo porque sus ojos habían visto al Ungido de Dios, al Mesías. Había visto la salvación del pueblo de Israel y de todos los pueblos.
Jesús es la“ paz”“ que sobrepasa todo conocimiento, para quienes lo acogen en sus corazones, lo abrazan, lo aceptan y lo reciben en sus vidas. La paz que sólo Dios puede conceder es,
Simeón tomó al niño Jesús en sus brazos lleno de alegría, regocijo y contentamiento. Su gesto era un abrazo al futuro, al verdadero futuro de la humanidad que aquel niño-Salvador haría realidad, acogiéndolo como el regalo de Dios para todos los seres humanos.
El anciano Simeón percibía que, como sucede ahora, la humanidad de su tiempo estaba sumergida en la oscuridad de la ignorancia del Dios verdadero. Por eso bendijo a Dios afirmando que Jesús era la“ luz” que iluminaría a los gentiles, que alumbraría más allá de la frontera patria de Israel, que penetraría todos los rincones de la humanidad, en todos los aspectos de su diversidad cultural, socio-política, económica y aún religiosa. Se acababa el privilegio de un pueblo: en la persona de Jesús todos
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