en él no se pierda, sino que tenga vida
eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para
salvarlo por medio de él“ (Juan 3:16-17).
Y la grandeza de su amor está en
que, a diferencia del joven Mozart, nosotros no teníamos habilidades especiales o talentos que ofrecerle para que
nuestro Padre celestial nos diera, y nos
siga dando, su amor incondicional de
aquella forma tan plena y desinteresada
a través de su Hijo.
Tenemos que pensar que, además
del amor paternal natural que el padre
de Mozart tenía por su hijo, descubrir y
reconocer en él el gran talento que tenía
fue lo que tuvo que mover a sacrificarse
y a dedicarle todo su tiempo. Nosotros,
a diferencia de Mozart, no teníamos nada que ofrecerle a nuestro Padre celestial ni a nuestro Salvador. Éramos, a
consecuencia del pecado y la rebeldía,
sus enemigos como el apóstol Pablo,
inspirado por el Espíritu Santo, registró:
“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía
éramos pecadores, Cristo murió por nosotros…Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con
él mediante la muerte de su Hijo, ¡con
cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su
vida!” (Romanos 5:8, 10).
¿Qué respuesta espera Dios?
¿Qué espera Dios como respuesta a su
amor inconcebible por nosotros? Que le
creamos, que aceptemos y recibamos
lo que nos ha dado en y a través de Jesucristo, lo mismo que el padre de Mozart esperaba de su hijo que aceptara y
recibiera su amor y su dedicación.
Sin embargo, el Padre vio como no
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le hicieron lugar a su Hijo y, el Creador
del universo, tuvo que ir a nacer en un
establo. Dios desea y espera que nuestra respuesta a su amor incondicional
sea abrirle nuestro corazón a su Hijo,
invitarlo cada día a que haga morada en
nosotros por medio del Espíritu Santo, y
que mostremos y demos a conocer su
amor incondicional a nuestros semejantes, por la forma en la que vivimos y
compartiendo el mensaje de su amor
con los demás.
Ese mensaje del amor incondicional
de Dios es el que nos esforzamos en
compartir por medio de las páginas de
Verdad y Vida. Y no tenemos palabras
para agradeceros vuestro apoyo a todos aquellos lectores que habéis enviado algún donativo durante este año
2016. Un mensaje cristiano en lenguaje
actual para una sociedad que está
haciendo frente a grandes presiones,
problemas y desafíos y, en general, está
más alejada de Dios cada día. Un mensaje de que hay Dios, que nos ama sin
medida y que está deseando que regresemos a él, que lo acojamos y recibamos en nuestros corazones y en
nuestras vidas para tener una relación
personal amorosa con nosotros.
Si puedes hacerlo, por favor ayúdanos a continuar compartiendo ese mensaje de “buenas noticias” que necesitan
con tanta urgencia tantísimas personas
hoy. La dedicación y el apoyo de Mozart
por su hijo es también un gran ejemplo
de que estamos dispuesto a sostener
aquello en lo que creemos.
El equipo de voluntarios que hace
posible Verdad y Vida deseamos ¡qué
disfrutes de una feliz Navidad y un bendecido año 2017 en compañía de tus
seres queridos!
Verdad y Vida Enero - Febrero 2017
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