venta La enseñanza como posibilidad del pensamiento - Pe | Page 18
ni respuestas terminales. La enseñanza a la que apuntamos (aquella impensada
hasta ahora), más que una práctica particular en un topos (espacio-tiempo)
institucional, más que un concepto definido desde la lógica determinista de la
identidad, es por el contrario, un ejercicio azaroso, una actitud vital, a la vez que
una categoría cuyo sentido no es otro que la evocación del pensamiento,
estableciendo para ello, ya no simples relaciones instrumentales con la cultura,
con los conocimientos, el lenguaje, la ética, etc., sino más bien resonancias,
disonancias, y aun consonancias con aquellos elementos que la atraviesan.
Intentar un acercamiento a los acontecimientos de saber que ocurren en la
enseñanza, pensar la enseñanza como un acontecimiento complejo de saber y
de poder, es buscar una cultura de la enseñanza y no sólo enseñar la cultura ,
como hasta ahora se ha hecho. Bajo esa perspectiva de enseñar la cultura, la
enseñanza ha tomado la vía del aprendizaje, la vía del conocimiento, en últimos,
la vía de la economía del pensamiento, vía que desde el siglo XVIII la ha
constituido en instrumento privilegiado del poder, por medio de la enseñanza y
en dirección al aprendizaje, se ha normalizado, se ha disciplinado, se ha
clasificado y distribuido. No se trata ahora de alejar a la enseñanza del poder, no
sería posible además; se trata de constituirla como punto de resistencia, contra
el poder normalizador que constriñe el pensamiento, colocarla en otro diagrama
ya no como instrumento de poder y bajo el principio de economía del
pensamiento, sino como instrumento contra el poder y hacia un despliegue del
pensamiento.
Pensar la enseñanza como acontecimiento implicaría entonces exorcizarla de
toda exigencia funcional u operativa, de todo requerimiento que la precise sólo
cuando es necesario el afinamiento de una u otra competencia. Será necesario
entonces un desplazamiento, una cierta deslegitimación de sus efectos
normalizadores para liberarla hacia un territorio donde la agonística, el azar y la
incertidumbre, entran en el juego del pensamiento. Pensamiento entendido
como libre incursión en lo nuevo; desde lo mismo pensado, a la diferencia
impensada para evocar o precipitar otros modos de ver y de decir. Pensar es un
gesto que se proyecta, no como una sumatoria de la teoría y de la práctica, sino
como una actitud hacia el mundo y una forma de proceder en el discurso.
Multitud de vías permiten transitar hacia el pensamiento. Creemos que la
enseñanza puede ser una de ellas. Al situarla como una vía la diferenciamos
claramente del pensamiento. En este sentido diremos que la enseñanza no es el
pensar en cuanto tal; son dos acontecimientos de diferente orden. Lo propio de
la filosofía es el pensamiento, lo propio de la pedagogía es la enseñanza.
Delimitación necesaria para hacer entrar en juego la pedagogía y la filosofía.
Este acercamiento nos ha permitido lanzar una pregunta por la enseñanza desde
sí mismos, vale decir, por su ser y su naturaleza, colocándola en una búsqueda
que no se agota en lo evidente.
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