venta La enseñanza como posibilidad del pensamiento - Pe | Page 15
De cualquier forma, al asignarle a la enseñanza la vía de la cultura académica
(entendiendo por ésta el conjunto de elementos que bien podría caracterizar lo
más depurado de nuestra racionalidad occidental), y a pesar de insistir en el
desplazamiento de una reflexión pedagógica de tipo transmisionista por una en
donde la característica central sea la permanente ―búsqueda de acuerdos‖,
aquella asume el papel preponderante de mantener unas formas de ver y de
decir, de sumir al individuo en lo que llaman los impulsores de esta propuesta,
―lo propio de nuestra época‖.
La enseñanza para la racionalidad: actividad que configura una especie de rictus
a los ―logros más elevados de la civilización occidental‖, privilegio de lo mismo,
circularidad —o si se prefiere— espiralidad del conocimiento que aunque a cada
giro amplía sus dimensiones, continúa girando sin embargo en torno del mismo
eje. ¿Y por qué no un descentramiento? ¿Por qué no una apertura de la espiral
hacia lo otro ? (ya no hacia el otro como interlocutor: una apertura en tal sentido
sólo puede ser consenso, armonía de la diferencia). Se trata más bien de un
juego incitador de lo otro , de lo impensado, apertura hacia la diferencia .
La enseñanza como vía del pensamiento
Una mirada de lo que se ha dicho hasta aquí, bien podría llevarnos a decir ahora
que aquello que se ha venido planteando a lo largo de este ensayo no es más
que una pregunta por el ser y la naturaleza de la enseñanza. Este interrogante
nos ha llevado entonces a instalarnos fuera del acto de enseñar, fuera del
acontecer cotidiano de la enseñanza, ofreciéndonos la posibilidad de pensar la
complejidad de elementos y relaciones que constituyen y se establecen en ello.
Lo que se ha intentado aquí entonces ha sido un distanciamiento de lo evidente,
una renuncia a seguir reduciendo la enseñanza a lo que acontece en el salón de
clase y en la escuela, como preámbulo para un trabajo de reconocimiento y
análisis del conjunto de elementos y relaciones implicados en ella (lenguaje,
conocimiento, cultura, lógica, ética, aprendizaje, etc.).
Siguiendo esta dirección, podríamos decir que nuestro interés se separa de lo
que acontece, de lo evidente, del enseñar, y más bien pretende un acercamiento
a la enseñanza en tanto acontecimiento complejo. El acontecimiento nos puede
llevar hacia lo que acontece, pero lo que acontece no es el acontecimiento; éste
no se queda allí, pasa por ahí, pero no se agota. Si bien el acto de enseñar
implica una variedad de elementos y relaciones, por ejemplo, relaciones
comunicativas, afectivas, relaciones maestro-alumno, enseñanza-aprendizaje,
enseñanza-lenguaje, etc., no son estos elementos, ni sus relaciones, valga decir,
ni cada uno de ellos, ni el conjunto de ellos, lo que se puede entender por
enseñanza. Ésta, en tanto acontecimiento, pasa por este conjunto de elementos,
pero tiene otra naturaleza que no es básicamente, ni empírica, ni relacional. No
se trata entonces de la negación de aquello que acontece, ni aun de invalidar los
estudios e investigaciones sobre este acontecer; es tan sólo el reconocimiento
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