venta La enseñanza como posibilidad del pensamiento - Pe | 页面 13
Estas preocupaciones ponen de presente la necesidad de una redefinición de las
relaciones entre conocimiento escolar y extraescolar de tal forma que el trabajo
en la escuela logre efectos más sólidos en el individuo. Para unas propuestas se
trataría de lograr que el conocimiento extraescolar (preteorías) se transforme en
explicaciones más elaboradas y próximas a la ciencia; para otras no se trata de
una transformación o de un paso del ―error‖ hacia la verdad científica, sino más
bien de la comprensión de las diferencias existentes entre los juegos
lingüísticos extraescolares y los propios de la cultura académica. Pero a pesar
de esta diferencia, podríamos hablar en ambos casos de un privilegio de la
racionalidad científica en donde la enseñanza sólo puede ser el puente que, o
permite el paso de una forma hacia otra de conocimiento, o posibilita una
relación fructífera entre ambas formas. Es lo que hemos llamado la vía del
conocimiento para la enseñanza.
Miremos un poco más detenidamente estas dos opciones. Para una de ellas el
propósito de la educación es el de formar una actitud científica, de ahí que vea
con preocupación que ―el carácter de la ciencia que se enseña en la escuela (y
que es el que se desprende de textos y especialistas) en vez de antagonizar con
la concepción espontánea de lo que es la ciencia, la afianza‖ ( ibíd ., 6). Se trata,
según se ve, de una crítica tanto a la concepción de ciencia como a las formas de
enseñarla. ―La ciencia, tanto para la sociedad —en su significado cultural— como
para la escuela —en la práctica de su enseñanza—, es una colección de
resultados. Es por eso que en su exposición prima el inductivismo por lo menos
en lo declarativo. Sin embargo, por el carácter de la ciencia como colección de
resultados, el inductivismo termina en recetas o en exposiciones donde lo
evidente es el dogmatismo ( ibíd ., 7).
Antes que resultados, se argumenta desde esta opción, la ciencia debe
entenderse como un proceso de construcción de explicaciones; por tanto, en
lugar de una transmisión y un aprendizaje de tales resultados, la enseñanza de
la ciencia en la escuela debe orientarse hacia la formación de una actitud
científica. Para ello la actividad de enseñanza tendrá que garantizar la
transformación de las formas ingenuas de explicación por formas más
elaboradas o próximas a las científicas: una ―educación científica‖ cuya
búsqueda de alternativas ―se centra en la concepción de estrategias que se
orienten al cambio conceptual en los estudiantes, es decir, al reemplazo de las
formas espontáneas e ingenuas (preteorías) de explicarse la realidad, por
formas más elaboradas y próximas a la ciencia‖ ( ibíd ., 3).
Desde esta perspectiva, la enseñanza, como actividad particular de la escuela,
tiene por función la formación de una actitud científica y en tal sentido es
entendida como un conjunto de estrategias diseñadas por el maestro y
orientadas hacia el logro de un ―cambio conceptual‖ en el alumno. Para esta
opción, se confunde la enseñanza como el enseñar, pero además se le asigna la
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