vecindad
La helada
Quien fue dañado lleva consigo ese daño,
como si su tarea fuera propagarlo, hacerlo impactar
sobre aquel que se acerque demasiado. Somos
inocentes ante esto, como es inocente una helada
cuando devasta la cosecha: estaba en ella su frío,
su necesidad de caer, había esperado
-formándose lentamente en el cielo,
en el centro de un silencio que no podemos concebirsu tiempo de brillar, de desplegarse. ¿Cómo soportarías
vivir con semejante peso sin ansiar la descarga,
aunque en ese rapto destroces la tierra,
las casas, las vidas que se sostienen, apacibles,
en el trabajo de mantener el mundo a salvo,
durante largas estaciones en las que el tiempo se divide
entre los meses de siembra y los de zafra? Pido por esa fuerza
que resiste la catástrofe y rehace lo que fue lastimado todas las veces
que sea necesario, y también por el daño que no puede evitarse,
porque lo que nos damos los unos a los otros,
aún el terror o la tristeza,
viene del mismo deseo: curar y ser curados.
(La plenitud, Hilos, 2010)
Claudia Masin
Buenos Aires, Argentina
Osamenta del agua
Tiene la lluvia la facultad de hacer más pesados los zapatos y más livianos
los suelos.
Unido a su paraguas uno es un mismo esqueleto
del que cuelgan carnes13. Alejandro Cortés González – Bogotá, Colombia.
y telas enfermas de agua.
Así lo entiende el relámpago cuando ataca.
Mi paraguas no es más que una sombrilla moribunda
que con sus faldas levantadas advierte los huesos.
Usarla me avergüenza ante el granizo,
olvidarla me apena ante el desconocido.
Y con vergüenza,
dejo que el entendimiento se diluya en la canción del agua contra las telas.
Mis pasos ya no son pesados,
los suelos entienden las metáforas del aire.
Y entre tormenta y tormenta,
me siento un poco más lluvia,
me vuelvo un poco más hueso.
Alejandro Cor tés González
Bogotá, Colombia
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