Vaccea Anuario 2012 Sep. 2013 | Page 79

Sabemos que los vacceos diseñaron meticulosamente sus espacios urbanos y que las diferentes áreas funcionales responden a un programa constructivo bien meditado. El cementerio de Las Ruedas, así como el ustrinum de Los Cenizales donde se desarrollaban las cremaciones correspondientes al ritual de incineración normativo de este pueblo, se situaron en la margen izquierda del arroyo de La Vega, justamente en la contraria a la de la ciudad de Las Quintanas. El espacio cementerial quedaba delimitado por el trazado —probablemente no natural— del cauce formando un ángulo recto, al que se suma por el sur una larga zanja, excavada en unos dos metros de anchura por un metro de profundidad, que cierra un espacio triangular de unas seis hectáreas. Si este espacio acogió durante medio millar de años a unas veinte generaciones de vacceos y romanos de una población de varios miles de habitantes de Las Quintanas, cabría pensar en la existencia bajo el subsuelo de Las Ruedas de varias decenas de miles de enterramientos. El yacimiento cuenta con una segunda necrópolis de incineración en el barrio artesanal de Carralaceña, al otro lado del río Duero, de la que únicamente se conocen dos se- pulturas. Pero además, disponemos de otros testimonios funerarios localizados en los niveles vacceos-romanos de las viviendas de Las Quintanas: hasta nueve inhumaciones de neonatos fueron encontradas, viniendo a documentar aquel testimonio de Plinio el Viejo que señala que ‘es costumbre universal no incinerar a una persona antes de que le salgan los dientes’. El ritual normativo de la cremación implica la manipulación de una persona para recoger, seleccionar y lavar los restos calcinados de la combustión, incorporarlos, las más de las veces, a una urna de cerámica y dar traslado de los mismos al hoyo abierto en el cementerio, donde ajuares y ofrendas de carácter viático, con alto contenido simbólico, acompañarán al difundo en su camino al Más Allá. En este caso el fuego purificador constituye el paso previo a su incorporación al mundo subterráneo, cuyo vínculo con la superficie se mantiene mediante la estela funeraria. Un tercer ritual funerario, el de exposición a los buitres, pudo también ser utilizado entre los vacceos. Los argumentos que presentamos, si se considera desmontado el testimonio de Claudio Elian