El trabajo diario en el salón de clases ha mostrado la necesidad palpa-
ble de crear una ecología propia de la enseñanza la cual -a la fecha- no ha
cambiado en gran medida a lo largo del tiempo, sigue siendo un parale-
lepípedo con pupitres y un pizarrón; pero en honor a la verdad, es propio
para el aprendizaje de las matemáticas, las cuales no requieren de una
gran infraestructura física, pero sí de una gran variedad de aplicaciones
y demostraciones además del acceso inmediato a la información biblio-
gráfica y de referencia a los conceptos a estudiar. La institucionalidad del
programa dicta los temas a desarrollar y el maestro, mediante su experien-
cia y su profesionalismo, prepara las situaciones que le permitirán a los
alumnos construir los saberes matemáticos. Esta ha sido la labor docente a
lo largo de la historia de la educación y en cada época se requiere adaptar
los avances y al contexto histórico, económico y social de los estudiantes,
lo que para Savater es: También en otro sentido la educación responde an-
tes a los intereses de los educadores que a la de los educandos. Para que la
sociedad continúe funcionando -y este es, en cualquier grupo humano, el
interés primordial- es preciso que se asegure el reemplazo en todas aque-
llas tareas sin las cuales no se podría subsistir (Savater, 1997); de igual
manera en el Espacio Europeo de Educación Superior, se hace hincapié
de que a los alumnos les interesa más clases dinámicas e innovadoras
que las cátedras magistrales. Ahora bien, el trabajo docente no se limita
solo a la búsqueda perene de aplicaciones, debe considerar con la misma
importancia su momento histórico y la responsabilidad que conlleva su rol
en la transformación social. El papel del maestro y las dimensiones que se
deben considerar para ejercer la docencia requieren nuevas características
para comprenderla. La docencia en los albores del siglo XXI necesita un
replanteamiento que permita garantizar los parámetros formativos de los
estudiantes, porque hoy más que nunca el docente requiere de un mayor
fundamento para participar en los procesos educativos (Gómez Bonilla,
2009). Ya desde ahora se puede presentir que nuestra forma de enseñan-
za y sus mismos contenidos tienen que experimentar drásticas reformas
(Guzmán, 1999).
Bajo esta misma perspectiva el trabajo de investigación fue: primero,
buscar la innovación en el proceso educativo en el aula aprovechando un
recurso por demás socorrido como es la tecnología versátil, y segundo,
aceptar que aunque el cuaderno de cuadrícula fue y es uno de los artículos
escolares más valiosos para el proceso enseñanza-aprendizaje de las ma-
temáticas, se encuentra en proceso de extinción; aunque difícil de aceptar,
debemos entender que es un declive natural y necesario que dará paso a
las nueva generación de tecnología educativa, de la misma forma en la
que en la década de los veintes, la idea de hacer más fácil y práctico el
manejo del material escolar, coincidente con la creciente necesidad de la
instrucción pública a la niñez de todo el orbe y los avances tecnológicos
permitieron abaratar los costos de la producción del papel, desplazaron
consecuentemente a la pizarra y la tiza del salón de clases. Hoy a casi 100
años de esa revolución tecnológica en el aula, en la UTCJ se participa en
utilizar el nuevo enfoque tendiente al uso y aprovechamiento de la tec-
nología electrónica interactiva, como una visión de los nuevos recursos
didácticos a utilizar en el salón de clases. Las computadoras y calcula-
doras son herramientas esenciales para la enseñanza, el aprendizaje y el
desarrollo de las matemáticas, estas generan imágenes visuales de ideas
matemáticas, facilitan la organización y el análisis de datos, además de
realizar cálculos de manera eficiente y precisa. Cuando las herramientas
computacionales están disponibles, los estudiantes razonan, enfocan su
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Revista Científica
atención en los procesos, en la toma de decisiones, son reflexivos y re-
suelven problemas.
El cuaderno de cuadrícula pasará en breve a ocupar una posición es-
peculativa en torno a su permanencia en educación, de la misma forma
en que lo hicieron los calculistas y los algoritmistas a finales del siglo
XV y la pizarra y el cuaderno en los años veintes como parte de la evo-
lución en los procesos educativos y en la tecnología necesaria para estos
procesos. El siglo XX permitió concebir la estructura atómica de manera
tan dispar que pareció aberrante y fuera de toda lógica aceptable para el
sentido común, por lo que gran parte de los avances científicos y tecno-
lógicos se contrapuntearon con aquello que les dio origen; es verdad que
de momento las condiciones no son del todo favorables para que los jó-
venes impongan sus preferencias, principalmente su situación económica,
mientras que las instituciones son muy cautas para correr los riesgos de
la innovación y para los docentes la certeza de su propia educación. Todo
cambio genera este tipo de circunstancias, pero sin lugar a dudas, todo
cambio se realiza sin las condiciones idóneas; para nuestra investigación,
estas adversidades fueron allanadas dando a todos los alumnos del grupo
la oportunidad de tener un mismo equipo que puedan utilizar como su
propio cuaderno de trabajo, para la institución y para los maestros surge
la certidumbre de los resultados a obtener controlando las variables de la
desigualdad, para lograr lo posible, hay que intentar lo imposible Herman
Hesse (1877-1962).
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