6. Rendir cuentas a varias personas y parejas en quienes confíe que sepan toda la historia y tengan acceso a ambos cónyuges.
7. Negarse a pedir a los líderes de la iglesia u otras personas que ayuden a presionar al cónyuge fiel para que perdone y restaure rápidamente.
¿ Y si el cónyuge infiel no quiere cooperar? El cónyuge fiel debe seguir creciendo personal y espiritualmente, pero tal vez necesite dar los pasos apropiados para separarse del cónyuge que sigue siendo emocionalmente peligroso. Siempre es un requisito amar al cónyuge infiel, incluso si eso significa. amarlo como enemigo (Mateo 5:44; Lucas 6:27,35).
¿Exige la Biblia que el cónyuge ofendido acepte de nuevo al cónyuge infiel? A menudo Se hace esta pregunta después de que un cónyuge infiel ha hecho una confesión pública de una aventura sexual y ha pedido perdón, pero el cónyuge herido está renuente a perdonar o a reconciliarse.
La clave está en la palabra exige. La Biblia no exige que un cónyuge restaure la relación después de una aventura, ni tampoco exige el divorcio. Aunque Jesús enseñó que es permisible el divorcio en caso de adulterio sexual (Mateo 19:9), la decisión de divorciarse o reconciliarse corresponde exclusivamente al cónyuge herido. El cónyuge infiel, a causa de su infidelidad, ha violado el contrato matrimonial y ha perdido todos los derechos a la decisión de divorciarse o reconciliarse. Si el cónyuge que ofende se niega a renunciar al amante ilícito , se vuelve belicoso, hace amenazas físicas, es abusivo o niega el apoyo económico a la familia, la respuesta más amorosa a tan constante crueldad y dureza de corazón puede ser el divorcio. Eso impide al cónyuge infiel que continúe su abierto desafío al pacto matrimonial y limita el abuso. Optar por el divorcio es una de las decisiones más temidas que un cónyuge puede tomar en su vida, pero en circunstancias como esas, el divorcio no sólo es permisible, sino que puede ser también aconsejable. El cónyuge herido no debe sentirse culpable por ejercer la opción dada por Dios de divorciarse. En ese caso, todavía tiene la oportunidad de actuar cñstianamente. Los términos del divorcio deben ser firmes y justos, no vengativos. La venganza es algo que Dios se reserva para Sí (Romanos 12:17-21).
¿Puede un matrimonio sobrevivir a una aventura amorosa? Irónicamente, algunas relaciones no sólo sobreviven sino que florecen después de una infidelidad.
¿Por qué? Porque toda la falsedad y la negación que pueden haber contribuido al desarrollo de una infidelidad han sido eliminadas. Ambos cónyuges son capaces de verse el uno al otro más honestamente que antes de la aventura amorosa. Esto no apoya en absoluto la teoría tonta de que las <<aventuras amorosas son buenas para el matrimonio>>, sino que es un reflejo del plan redentor de Dios de usar las cosas que originalmente tenían la intención de hacer daño para lograr Sus buenos propósitos en los corazones de Su pueblo (Génesis 50:20). Sin embargo, es altamente improbable que se produzca, añance y aumente un cambio duradero sin que los cónyuges examinen sus propias contribuciones individuales a la problemática relación.
Esto de ninguna manera implica que el cónyuge fiel sea responsable de la decisión de su compañero de tener una aventura. Tampoco permite al traidor justificar esa aventura en base de las deficiencias de su compañero. Nadie es nunca responsable de las decisiones de otro. Pero ambos cónyuges deben estar dispuestos a examinar sus historias individuales y mutuas, estilos de relación y contribución a los problemas que ha habido en su relación. Aunque debe tenerse cuidado de no restar importancia a la traición del cónyuge infiel ni excusarla, es probable que existiera cierta tensión en el matrimonio antes de la aventura. Dan Allender, en su libro titulado The Healing Path [El camino a la sanidad] observa: ~<No hay falla en una esposa ni esposo que cause ni excuse una aventura; no obstante, el espiral descendente que lleva a una aventura por lo general implica una falla mutua~~.4 El asunto de la falla mutua debe definirse y explorarse detenidamente si ha de haber confesión mutua y un perdón que produzcan una unidad renovada.