UNA HERMENÉUTICA AL PENSAMIENTO DE NIETZSCHE Revista Virtual_C | Page 19
Ahora bien, es importante tener en cuenta que en sus obras Eurípides anteponía el prólogo
a la exposición y lo colocaba en boca de un
personaje al que era lícito otorgar confianza:
frecuentemente era una divinidad que tenía
que garantizar al público el decurso de la
tragedia y eliminar toda duda acerca de la
realidad del mito: de modo semejante a como
Descartes necesitó apelar a la veracidad de
Dios y a su incapacidad de mentir en ese momento porque se dudaba de todo, por tanto, este
sujeto (Dios), le daba garantía a su argumento en relación a demostrar la realidad del mundo
empírico. También, Eurípides la utilizaba por necesidad en la conclusión de su drama, para
asegurarle al público el futuro de sus héroes, porque entre la mirada épica al pasado y la mirada
épica al futuro está el presente lírico y dramático, el <> en sí, en presente, la existencia
misma (Nietzsche, 2004, pp. 135 - 136).
Eurípides es la plenificación o
transfiguración de la figura del dios
Apolo, porque ve necesario evocar a los
conocimientos conscientes, otorgándoles
un puesto memorable en la historia del
arte griego. Con el propósito de resucitar
para el drama el comienzo del escrito de
Anaxágoras, cuyas primeras palabras dicen: <>, es decir, al comienzo todo era caos, vino el nus (logos,
ordenador y soberano único del universo) e instauró el cosmos (el orden). Pero para Eurípides,