"Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos" Julio Cortázar.
personales, cómo es que pudiéramos trabajar en ella para madurarla y así poder ofrecer una sana y estable relación.
Para esto analizaremos cuatro de los estilos de afecto y relación que tienen gran relevancia en el desarrollo de nuestra personalidad, definen nuestro comportamiento a lo largo de nuestra vida y tal vez responderán muchos de los por qué a los cuales no les hayamos encontrado respuesta.
Cabe destacar que no todos los estilos influyen de la misma manera o con la misma intensidad en cada persona, sólo son patrones estudiados de procesos emocionales marcados a través de nuestra vida.
4 Estilos de Afecto y Relación
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Este estilo se caracteriza por la limitación del hijo manifestado en dos formas: el rechazo o la hiperprotección.
Los padres hiperprotectores describen a su hijo el mundo como un lugar lleno de amenazas y peligros, e insisten, además, en la presunta debilidad del niño. Esta doble convicción de los padres evita que el niño explore autónomamente el entorno circundante porque éste teme perder a sus padres si se aleja demasiado.
En la edad adulta, la autoestima y el valor personal del individuo girarán alrededor de la capacidad de controlarse a sí mismo, a los demás y la propia emocionalidad. Esta capacidad de control no se manifiesta a través de comportamientos intencionales, ya que en realidad, se trata de una necesidad constante e inconsciente.
El apego en este estilo es predominante. Los antecedentes están atestados de acontecimientos afectivamente significativos, que el niño puede percibir en términos de pérdida y de rechazo reaccionando con desesperación y rabia, adoptando un mecanismo de defensa basado en el repliegue de emociones, lo que le ayuda a evitar tales sentimientos, y deja de buscar una relación con sus padres poniendo una máscara a sus propias emociones. La experiencia constante y precoz de poder vivir difícilmente una relación afectiva estable y segura, no obstante los continuos esfuerzos, hace verdaderamente difíciles las relaciones con los demás, llevándolo con frecuencia a anticipar fracasos y rechazos.
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