Por un lado, estas técnicas son una respuesta educativa a la sociedad actual, en la que la
información crece con celeridad y en la que se precisa el desarrollo de competencias que serán
necesarias para formar parte de una ciudadanía activa y preparada. Pueden complementar a
otras técnicas con base en la exposición, en la individualización, en el estudio individual más
dirigido, etc. Las competencias cuyo cultivo favorecen se adquieren desde situaciones y
problemas aplicados, fácilmente enlazables con lo profesional, lo que propicia una polarización
de la motivación hacia el propio proyecto formativo actual y futuro.
Algunas de ellas son:
- Autonomía personal y organizativa
- Búsqueda de fuentes y selección de información
- Habilidades sociales: control emocional, empatía, escucha, colaboración, ayuda,
negociación, competición saludable, etc.
- Responsabilidad individual y grupal
- Liderazgo
- Participación y cooperación
- Elaboración y modulación de la capacidad crítica
- Creatividad en contexto de resolución de problemas
- Evaluación autorregulativa y autoevaluación, etc.,
El docente puede desempeñar mejor tareas de tutor u orientador didáctico, queda más liberado
para acompañar a los alumnos en su proceso personal y grupal de aprender, informando en lo
necesario, resolviendo dificultades, comunicando seguridad y expectativa en lo personal y
cognoscitivo, reforzando, favoreciendo la autoobservación, se hace más consciente de adonde
su labor alcanza, tiene más ocasiones de educar desde el ejemplo, puede disfrutar más de su
trabajo y de ocupar un lugar relevante dentro de su desarrollo profesional y personal, etc.
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