por el sol y se sentó al pie de la cama intentando poner en orden sus pensamientos.
La sacó de ellos una risa nasal procedente de la calle que pasaba por delante de la
pensión. Sarah se puso en pie en un santiamén. Separando un poco las cortinas,
escrutó ambos lados de la calle, pasando la mirada por las apretadas filas de coches
aparcados. Volvió a oír la risa, y vio un par de hombres vestidos con vaqueros y
camiseta que iban hacia la calle principal. Su aspecto no era nada sospechoso.
Regresó a la cama y, tendiéndose sobre ella, se quitó los zapatos con la punta del
pie. Bostezó, pues se sentía bastante adormilada. Pero no podía permitirse el lujo de
dormir, y para mantenerse despierta, abrió el ejemplar del Heraldo de Highfield, un
periódico que había cogido en la recepción. Como hacía siempre, cogió un bolígrafo y
se fue directa a los anuncios por palabras que había en la parte de atrás, y marcó con
un círculo las ofertas de empleo temporal que podían interesarle. Tras mirar
exhaustivamente esa sección, recorrió el resto del periódico leyendo sin mucho interés
los artículos.
Entre columnas que debatían los pros y los contras de la peatonalización de la
vieja plaza del mercado y las propuestas para instalar nuevos badenes y poner otro
carril bus, algo atrajo su atención:
¿LA BESTIA DE HIGHFIELD?
Por T. K. Martin, redactor.
Este fin de semana ha vuelto a verse en los terrenos comunales de Highfield al misterioso animal con aspecto
de perro. La señora CroftHardinge, que habita en la urbanización Clockdown, paseaba a su basset hound
Goldy la tarde del sábado cuando vio la bestia en las ramas inferiores de un árbol.
«Estaba mordisqueando la cabeza de algo que parecía un peluche, hasta que me di cuenta de que era un conejo
y vi la sangre que caía por todos lados —ha declarado a El Heraldo—. Era enorme, tenía unos ojos espantosos
y unos dientes horribles. Cuando me vio, escupió la cabeza de la boca y juraría que me miraba».
Las informaciones sobre el animal son confusas, porque algunas lo describen como un jaguar o un puma,
similar al enorme gato que ha sido visto numerosas veces en el páramo de Bodmin desde los años ochenta,
mientras que otros testigos aseguran que su aspecto es más bien de perro. El inspector de parques de Highfield,
el señor Kenneth Wood, supervisó recientemente el rastreo en busca de este animal después de que un vecino
del barrio denunciara que la bestia se había llevado a su caniche enano tras arrancarle la correa de las manos.
En los últimos meses, otros residentes del área de Highfield han informado de la desaparición de sus perros.
El misterio continúa…
A golpes de bolígrafo, Sarah empezó a garabatear en el margen del periódico,
junto al artículo, la forma del salvaje animal. Aunque no usaba más que un viejo
bolígrafo barato, antes de que pasara mucho rato había trazado un detallado cuadro de