Tuneles Roderick Gordon 2 Profundidades | Page 25

4 Mientras Cal y Chester dormían, Will hizo balance de la situación. Mirando a su alrededor, comprendió que la mayor prioridad en aquellos momentos era ocultarse. Le pareció muy improbable que alguno de los colonos hiciera algún tipo de registro mientras el tren seguía en movimiento. Sin embargo, si el tren se detenía, entonces sería importante que él, Chester y Cal estuvieran preparados. ¿Qué podía hacer? Tal vez no gran cosa, pero le pareció que no estaría de más volver a colocar de manera algo diferente las cajas rotas. Fue arrastrándolas y colocándolas en torno a Cal y Chester, que seguían durmiendo. Las apiló unas encima de otras y dejó en medio espacio suficiente para que se pudieran esconder los tres. Al hacerlo, se dio cuenta de que las paredes del vagón de delante eran más elevadas que las del vagón en que se encontraban, y que las de cualquiera de los que había atravesado en su anterior expedición en busca de Chester. Parecía que Imago, ya fuera por suerte o por cálculo, los había dejado caer en un lugar relativamente protegido, donde estaban hasta cierto punto al abrigo del humo y el hollín que echaba la locomotora que iba en cabeza. Tras colocar en su sitio la última de las cajas y retroceder un poco para admirar con suficiente perspectiva su obra, su mente pasó enseguida a la segunda prioridad: el agua. Se las podían arreglar con la fruta, pero realmente necesitarían beber algo antes de que pasara mucho tiempo, y también estaría bien contar con las provisiones que Cal y él habían comprado en la Superficie. Eso significaba que alguien tendría que aventurarse para recuperar las mochilas de los vagones de delante, donde Imago las había dejado caer. Y estaba claro que ese alguien tendría que ser él. Manteniendo el equilibrio con los brazos extendidos, como si estuviera en la cubierta de un barco con la mar picada, miró la pared de hierro que iba a tener que trepar. Levantó los ojos hasta lo alto de ella, que resultaba claramente recortada por el resplandor anaranjado de las ascuas que pasaban por encima. Le pareció que tenía cuatro o cinco metros de alto, casi el doble que los vagones de cola que había atravesado antes.