Tuneles Roderick Gordon 2 Profundidades | Page 19

manera constante . Era una capa tan gruesa que parecía una máscara hecha con negro de humo , interrumpida sólo por el blanco de los ojos .
Por lo poco que podía ver Will , Chester no parecía , desde luego , la imagen misma de la salud . Bajo la suciedad del humo , podían apreciarse manchas abultadas de color amoratado , algunas con una cierta rojez donde la piel parecía haberse abierto . El pelo , que le había crecido tanto que se le rizaba en las puntas , estaba lleno de grasa y pegado a los lados de la cabeza . Y por la manera en que Chester le devolvía la mirada , Will supuso que su propio aspecto debía de resultar igual de chocante .
Con cierta incomodidad , se pasó la mano por el pelo sucio y blanquecino , que nadie había cortado desde hacía varios meses .
Pero en aquel momento había cosas más importantes de qué preocuparse . Se desplazó hasta la pared posterior del vagón , y estaba a punto de encaramarse a ella cuando se detuvo y se volvió hacia su amigo . Chester se mantenía a duras penas sobre los pies , aunque era difícil saber hasta qué punto eso se debía al irregular balanceo del tren . —¿ Te sientes capaz ? — gritó Will . Chester asintió con poco entusiasmo . —¿ Estás seguro ? — volvió a gritarle . —¡ Sí ! — gritó su amigo en respuesta , asintiendo con la cabeza , esta vez más decididamente que antes .
Pero el proceso de pasar de un vagón a otro era cosa peliaguda , por decirlo de la manera más suave posible , y tras atravesar cada uno , Chester necesitaba para recuperarse un descanso cada vez más prolongado . Y no facilitaba las cosas el hecho de que el tren , según parecía , fuera ganando velocidad . Era como si los chicos estuvieran luchando contra vientos de fuerza diez , con los rostros azotados y los pulmones llenándose de pútrido humo cada vez que respiraban . Además de esto , estaban las ráfagas de cenizas y ascuas que brillaban por encima de sus cabezas como luciérnagas muy gordas . Por supuesto , conforme el tren aceleraba , parecía haber cada vez más ascuas iluminando la turbia penumbra que los rodeaba con su estela anaranjada . Al menos eso tenía la ventaja de que Will no necesitaba sacar su esfera de luz .
Avanzaron por la fila de vagones cada vez más despacio , pues Chester tenía muchas dificultades para mantenerse en pie , pese a que usaba las paredes de los vagones para sujetarse .
manera constante . Era una capa tan gruesa que parecía una máscara hecha con negro de humo , interrumpida sólo por el blanco de los ojos .
Por lo poco que podía ver Will , Chester no parecía , desde luego , la imagen misma de la salud . Bajo la suciedad del humo , podían apreciarse manchas abultadas de color amoratado , algunas con una cierta rojez donde la piel parecía haberse abierto . El pelo , que le había crecido tanto que se le rizaba en las puntas , estaba lleno de grasa y pegado a los lados de la cabeza . Y por la manera en que Chester le devolvía la mirada , Will supuso que su propio aspecto debía de resultar igual de chocante .
Con cierta incomodidad , se pasó la mano por el pelo sucio y blanquecino , que nadie había cortado desde hacía varios meses .
Pero en aquel momento había cosas más importantes de qué preocuparse . Se desplazó hasta la pared posterior del vagón , y estaba a punto de encaramarse a ella cuando se detuvo y se volvió hacia su amigo . Chester se mantenía a duras penas sobre los pies , aunque era difícil saber hasta qué punto eso se debía al irregular balanceo del tren . —¿ Te sientes capaz ? — gritó Will . Chester asintió con poco entusiasmo . —¿ Estás seguro ? — volvió a gritarle . —¡ Sí ! — gritó su amigo en respuesta , asintiendo con la cabeza , esta vez más decididamente que antes .
Pero el proceso de pasar de un vagón a otro era cosa peliaguda , por decirlo de la manera más suave posible , y tras atravesar cada uno , Chester necesitaba para recuperarse un descanso cada vez más prolongado . Y no facilitaba las cosas el hecho de que el tren , según parecía , fuera ganando velocidad . Era como si los chicos estuvieran luchando contra vientos de fuerza diez , con los rostros azotados y los pulmones llenándose de pútrido humo cada vez que respiraban . Además de esto , estaban las ráfagas de cenizas y ascuas que brillaban por encima de sus cabezas como luciérnagas muy gordas . Por supuesto , conforme el tren aceleraba , parecía haber cada vez más ascuas iluminando la turbia penumbra que los rodeaba con su estela anaranjada . Al menos eso tenía la ventaja de que Will no necesitaba sacar su esfera de luz .
Avanzaron por la fila de vagones cada vez más despacio , pues Chester tenía muchas dificultades para mantenerse en pie , pese a que usaba las paredes de los vagones para sujetarse .