Se anudó un pañuelo a la cabeza y salió del hoyo . Alejándose a toda prisa de la carretera , cruzó el campo al abrigo de un destartalado muro de piedra . A continuación subió a buen paso la empinada cuesta , hasta alcanzar la cumbre de la colina . En aquel punto , en el cual su silueta se recortaba en el cielo , Sarah sabía que estaba muy expuesta , y sin perder tiempo empezó a descender por el otro lado hacia el valle que se abría ante sus ojos .
A su alrededor , el viento , canalizado por las curvas del terreno , enviaba el agua en remolinos , como diminutos tornados . A través de ellos , percibió con el rabillo del ojo algo que se agitaba . Se quedó petrificada , y se giró para ver aquella cosa pálida . Un escalofrío le recorrió la espina dorsal … Aquello no tenía nada que ver con la oscilación de las matas de brezo ni con la ondulación de la hierba agitada por el viento … Se movía con otro ritmo diferente .
Fijó la mirada en aquel punto hasta distinguir de qué se trataba . Allí , en plena ladera , salió a la vista un pequeño cordero , que retozaba y hacía cabriolas entre las matas de cañuela . Delante de sus ojos , el cordero corrió a esconderse entre unos raquíticos arbolillos , como si algo lo hubiera asustado . Sarah se estremeció . ¿ Qué era lo que lo había hecho escapar ? ¿ Había alguien más por allí cerca ? ¿ Otro ser humano ? Se puso tensa , pero se volvió a relajar cuando vio que el corderillo volvía a salir al claro , esta vez acompañado por su madre , que pacía sin prestar atención mientras la cría se restregaba contra su costado .
Era una falsa alarma , pero el rostro de Sarah no reflejó asomo de alivio ni de regocijo . Sus ojos no se prendieron del cordero cuando volvió a corretear , con su lana virgen que parecía algodón , en marcado contraste con la lana áspera y sucia de su madre . No había tiempo para tales entretenimientos en la vida de Sarah , ni en aquel momento ni nunca . Ella estaba ya repasando la ladera opuesta del valle , escudriñándola en busca de cualquier presencia sospechosa .
Volvió a ponerse en camino por entre la céltica quietud de la frondosa vegetación y sobre las lisas piedras hasta llegar al arroyo que corría por lo hondo del valle . Sin dudar un instante , pisó en las aguas cristalinas y caminó con decisión por ellas , modificando su dirección para seguir la del arroyo , y utilizando las piedras cubiertas de musgo para pisar sobre ellas siempre que eso le permitía avanzar más aprisa .
Cuando creció el nivel del agua , amenazando con metérsele por los zapatos , dio un salto para volver a la orilla , que estaba alfombrada de una mullida capa de hierba recortada por las ovejas . Pero siguió caminando aprisa , sin descanso , y antes de que
Se anudó un pañuelo a la cabeza y salió del hoyo . Alejándose a toda prisa de la carretera , cruzó el campo al abrigo de un destartalado muro de piedra . A continuación subió a buen paso la empinada cuesta , hasta alcanzar la cumbre de la colina . En aquel punto , en el cual su silueta se recortaba en el cielo , Sarah sabía que estaba muy expuesta , y sin perder tiempo empezó a descender por el otro lado hacia el valle que se abría ante sus ojos .
A su alrededor , el viento , canalizado por las curvas del terreno , enviaba el agua en remolinos , como diminutos tornados . A través de ellos , percibió con el rabillo del ojo algo que se agitaba . Se quedó petrificada , y se giró para ver aquella cosa pálida . Un escalofrío le recorrió la espina dorsal … Aquello no tenía nada que ver con la oscilación de las matas de brezo ni con la ondulación de la hierba agitada por el viento … Se movía con otro ritmo diferente .
Fijó la mirada en aquel punto hasta distinguir de qué se trataba . Allí , en plena ladera , salió a la vista un pequeño cordero , que retozaba y hacía cabriolas entre las matas de cañuela . Delante de sus ojos , el cordero corrió a esconderse entre unos raquíticos arbolillos , como si algo lo hubiera asustado . Sarah se estremeció . ¿ Qué era lo que lo había hecho escapar ? ¿ Había alguien más por allí cerca ? ¿ Otro ser humano ? Se puso tensa , pero se volvió a relajar cuando vio que el corderillo volvía a salir al claro , esta vez acompañado por su madre , que pacía sin prestar atención mientras la cría se restregaba contra su costado .
Era una falsa alarma , pero el rostro de Sarah no reflejó asomo de alivio ni de regocijo . Sus ojos no se prendieron del cordero cuando volvió a corretear , con su lana virgen que parecía algodón , en marcado contraste con la lana áspera y sucia de su madre . No había tiempo para tales entretenimientos en la vida de Sarah , ni en aquel momento ni nunca . Ella estaba ya repasando la ladera opuesta del valle , escudriñándola en busca de cualquier presencia sospechosa .
Volvió a ponerse en camino por entre la céltica quietud de la frondosa vegetación y sobre las lisas piedras hasta llegar al arroyo que corría por lo hondo del valle . Sin dudar un instante , pisó en las aguas cristalinas y caminó con decisión por ellas , modificando su dirección para seguir la del arroyo , y utilizando las piedras cubiertas de musgo para pisar sobre ellas siempre que eso le permitía avanzar más aprisa .
Cuando creció el nivel del agua , amenazando con metérsele por los zapatos , dio un salto para volver a la orilla , que estaba alfombrada de una mullida capa de hierba recortada por las ovejas . Pero siguió caminando aprisa , sin descanso , y antes de que